martes, 21 de diciembre de 2010
Leyes y censuras
miércoles, 15 de diciembre de 2010
Reencuentros
lunes, 13 de diciembre de 2010
II Ruta de la tapa
Ocurrió que, por causas laborales, un virus de la gastroenteritis viajó en el uniforme de Sagrario desde Aranjuez hasta Urda. Primero cayó mi madre, después lo hizo Manuel, después fui yo el agraciado para posteriormente pasar por el tamiz de mi padre, de mi tía Pepa y de Marta. Una escabechina, vamos.
Y como, además, las obligaciones laborales, obligaban a Sagrario a regresar al lugar del foco de infección el lunes por la noche, hubimos de aprovechar ese mismo lunes para hacer la ruta, catar las tapas y, de paso, optar a esa peazo de cesta que ya tiene dueño y nadie sabe quién es.
Comenzaré diciendo que, aun estando ricas la mayoría de las tapas, creo que esta edición sale perdiendo respecto a la primera. Es posible que fuese porque el factor sorpresa ya había quedado como referencia el año pasado, pero también creo que el año pasado me estuvieron mejor. También las prisas hicieron su parte, ya se sabe que son muy malas consejeras.
Comenzamos en el Plátano. Allí nos sirvieron Gulas con setas, gambas y pimentón de la Vera sobre pan frito. Estaba bueno si echabas todo el mejunje sobre la tosta de pan picatostado. El crujir del pan con la suavidad de las gulas (y al que le tocase, la gamba) y el trocito de pimiento rojo, daba una muy buena sensación en el paladar. Decir que, al ser la tosta demasiado ancha, el bocado requería mandíbulas de goma y yo, ahí ando sobrado. Servido en un plato largo, blanco, inmaculado, tipo fuente. Quedaba bien así. Muy bien en presentación, muy bien en sabor, regular en imaginación. Todos los que vamos al Plátano sabemos que las gulas son pan nuestro de cada día. Habría que innovar un poco más.
De allí pasamos al Gafas. Mientras Sagrario se sentaba en una mesa, yo pedí los flamenquines de ciervo con patatas paja. Decir que yo había imaginado unas patatas paja de estas de bolsa y que tanto le gustan a Palomino para condimentar sus suculentos pinchos, pero nada más lejos de la realidad, nos encontramos con patatas recién cortadas, recién fritas y muy crujientes aunque, eso sí, demasiado saladas. El Flamenquín estaba bien rebozado y los palillos que lo sujetaban algo escondidos, lo que casi produce que masticase uno, pero estaba bueno, la carne no estaba muy tierna pero si era sabrosa. Estaba aderezado con una salsa de tomate ketchup que, digamos las cosas claras, no tengo yo muy claro que sea lo más adecuado para la caza. Todo ello presentado en un plato blanco, cuadrado, mucho más curioso que el de la pasada edición. Bien en presentación, bien en sabor, bien en imaginación.
miércoles, 1 de diciembre de 2010
Bajense los pantalones
Una de las condiciones para llegar y, más aún, para mantenerse en lo alto, es la capacidad de obediencia y resignación ante el poderoso. Es también, el camino más corto hacia convertirse en un don nadie.
Cuando nos enteramos de algunos de los contenidos de los papeles secretos del gobierno estadounidense que Wikileaks ha sacado a la luz, nos echamos las manos a la cabeza sin darnos cuenta de que lo que nos hacen saber es lo que todos llevábamos imaginándonos durante mucho tiempo. No somos si no el siervo peloteril del poderoso. Si el gobierno norteamericano se dice que se da carpetazo al caso de José Couso, entonces la familia del cámara que lleva años luchando por un trocito de orgullo, tendrá que verse abocada a la humillación pública. Si dicen que las escalas en suelo español de los vuelos con destino Guantánamo no se deben mencionar, pues no se mencionan y punto ¿Qué que somos? La última mierda del mundo. A ver si se acuerdan de nosotros los americanos cuando Europa se vea obligada a rescatarnos. En ese pozo no se meterá ningún embajador y Wikileaks nos volverá a recordar que se están riendo de nosotros.