viernes, 26 de agosto de 2011

Descrédito

En términos cotidianos, el descrédito implica un dedo acusador, una crítica velada, un caminar inseguro y una palabra vendida a la duda. En términos políticos, la popularidad aporta el hándicap de la incoherencia. Un político desacreditado es algo así como un alma en pena que vaga por los escaños en busca de un haz de luz por el que buscar su trozo de cielo y desaparecer para siempre.

No hace mucho que Rubalcaba jugó a desacreditar a Rajoy poniéndole en la picota del ridículo por haber presentado ante las cortes una propuesta para una reforma constitucional con el fin de poner techo al déficit público. Aquello, que sonó a boutade y quizá a sobrada oposicional, fue recibido con chanza y chascarrillo por parte del gobierno. Pero como el agua, en la noria, no para de girar para regresar siempre a su lugar de origen, la corriente del pozo ahogó a Zapatero quien, ante las imposiciones del eje franco alemán, se la tuvo que envainar y proclamar que sí, que se puede decir digo donde dije Diego y que lo que dijo Rajoy, aunque pareciera una propuesta de película de dibujos, pues se iba a tener que cumplir y que la prupuesta iría a las cortes y de las cortes a la carta magna y mientras en el Partido Popular bailan la danza de la victoria, en el PSOE buscan cirios para alumbra el funeral.

Porque Rubalcaba, que un día hizo de Rajoy un chiste y ahora se traga el sapo en silencio con cara de estreñimiento, ha quedado en evidencia. Y un descrédito así, a sólo tres meses de unas elecciones que le presentaban como una verdadera alternativa para la izquierda, le coloca en el peor lugar posible. No sólo ha perdido la Pole Position sino que se ha visto relegado a la segunda parrilla de salida. No hace mucho presentó su campaña valorizando decenas de vocablos comenzados por la letra erre. Era la erre de Rubalcaba. La erre de rumiar la derrota, la erre de romper las esperanzas, la erre de rabia ante la traición.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Por el forro

Me estoy pasando por el forro la salud. No hago asco a los placeres, doy rienda suelta a los caprichos y me embargo en mi mal humor cada vez que me peleo con el mundo por un pellizco de más. La tasa no disminuye, la edad aumenta y yo sigo en mis trece. Espero no ser un recuerdo borroso para Pablo en su pubertad.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Agosto en Madrid

Agosto en Madrid es soledad infrahumana, tranquilidad inquietante y calor sofocante. Agosto en Madrid es olvidar los atascos, turnos de ocho horas y regresos a casa con el sol en lo alto. Agosto en Madrid es deseo de septiembre para unos y recuerdos de julio para otros. Agosto en Madrid es un arca vacía, una hucha sin fondos, un libro sin letras, un timbre sin sonido. Agosto en Madrid son noches de infancia, nostalgia de días de pueblo, memoria histórica, planes para años próximos. Agosto en Madrid es asfalto humeante, lugares donde aparcar, negocios cerrados y cerveza fría en la terraza del único bar que encontramos abierto.

jueves, 4 de agosto de 2011

Nos vamos a la mierda

Dice un chascarrillo económico que cuando Estados Unidos estornuda, Europa se resfría. Así ocurrió hace cuatro años, cuando la crisis hipotecaria blandió espadas y tajó el rostro del gigante mundial dejándole una cicatriz de palmo y medio. Entonces, el efecto dominó invadió Europa empezando desde las naciones más seguras como Alemania y terminando con las naciones menos preparadas como España, Portugal y Grecia (poder latino).

El estornudo de ahora puede ser más grave que el de entonces. Si cuando Estados Unidos estornuda, Europa se resfría ¿Qué ocurriría si Estados Unidos enfermara de gripe? Pues que nos iríamos todos a la mierda. La desconfianza de los mercados aumenta, España está en el lado más débil de una cuerda que ya no tensa más y empieza a romperse y la prima de riesgo (al fin he podido leer información interesante al respecto) sube y sube. Y para colmo, la ultraderecha comienza a infringir victorias a Obama en norteamérica.

Si esto se va a la mierda ya podemos ir preparando el petate. Los que juegan con nuestro dinero seguirán tomándo cockteles al sol en tumbonas de hoteles de cinco estrellas, pero nosotros estaremos tan jodidos que no tendremos recursos ni para untarnos el ojete de vaselina. Nos van joder vivos.

martes, 2 de agosto de 2011

Con lo que me gusta el calor

Debo ser algo así como el Induráin de la gente corriente. No es que quiera compararme con el campeón navarro, nada más lejos de mi intención. La reflexión viene a cuento porque recuerdo que siempre que en una etapa del Tour de Francia se apagaba el día, Miguelón torcía el gesto y se preparaba para sufrir más de lo corriente. Él siempre lo dijo; "me muevo mejor con el calor".

Yo apenas monto en bici, casi ya no hago ni deporte y ando enfrascado en varios frentes desde que inauguré mi vida de padre. Pero, como Induráin, tengo claro que los días de frío sufro más de lo corriente. Me muevo mejor con el calor, me animo más, sonrío más. Es por ello que este verano primaveral me está decepcionando más de lo que debería; soy hombre de sol y estos fríos mañaneros, después de lo mal que sienta madrugar, me cabrean. Con lo que me gusta a mí el calor.