viernes, 31 de mayo de 2013

Vacío

Cuando el trabajo se convierte en tu casa, al final, resulta inevitable que los compañeros se conviertan en tu familia. Afloran las simpatías, las antipatías, las risas, las discusiones, las confidencias. Las horas del café, las sobremesas o las tardes codo con codo sacando el cierre mensual, se convierten en momentos elevados a la categoría de anécdota. Se terminan cruzando teléfonos, llamadas, mensajes y algún deseo de prosperidad.

Cuando un compañero de trabajo muere, es como si se fuera para siempre alguien de tu familia. Desde la semana pasada la oficina tiene el mismo trabajo, el mismo ajetreo, las mismas prisas y las mismas exigencias, pero está mucho más vacía. Sentimos que nos faltas, compañero. Esto no será lo mismo sin tí. Hasta siempre.