jueves, 23 de abril de 2015

Hay que decirlo más

No tengo ganas de dar muchas explicaciones. Solamente quiero decir que "hijo de puta" hay que decirlo más.

Hay que decirlo más.



La hora chanante - Hijo de Puta xdang3rx por xdang3rx

martes, 21 de abril de 2015

Las personas normales

Las personas normales deben ser aquellas fanáticas de la ideología, los que compran mentiras a precio de saldo, los que se dejan convencer con una amenaza, los que perdonan a quien les roba, los que duermen mientras otros se funden su capital, los que rescatan bancos de forma pasiva, los que huyen ante las nuevas ideas, los que censuran a quienes quieren cambiar el sistema, los que no se dan cuenta de que los auténticos anti sistema son aquellos que se han montado su chiringuito de privilegios.

Las personas normales, según Mariano Rajoy, son los que votan al Partido Popular.

En consecuencia, yo soy anormal.

Y me alegro de serlo.

miércoles, 15 de abril de 2015

Primeros pasos

En los primeros pasos de un bebé perviven los primeros ecos de la supervivencia, la exploración de la inquietud, la experiencia por el conocimiento, la felicidad por le esfuerzo recompensado. Ellos caen de culo y vuelven a levantarse, tan felices, y en su sonrisa, mientras observamos su fragilidad y nos prometemos protegerlos, ellos nos demuestran que lo único que quieren es seguir caminando, aunque sigan cayendo.

En las primeras palabras nacen las primeras alegrías porque pueden, por vez primera, expresar sus sentimientos. Su ignorancia del mundo es tan tierna, y a la vez nos provoca tanto miedo, que solamente saben navegar entre la risa y el llanto; la alegría y el miedo, la satisfacción y la rabieta.

Cada vez que veo a Ángel caminar hacia mí, vestido con una sonrisa, balbuceando alguna de sus palabras y buscando un beso en su mejilla, entiendo que la magia existe. Que ser padre conlleva mucha responsabilidad pero que el premio, aunque pequeño, siempre es muy grande.

viernes, 10 de abril de 2015

Gestión de puta madre

Tienen a diez millones de personas empleadas. Despiden a la mitad. Les hacen ver lo dura que es la vida. Cinco años después les ofrecen un caramelo. "Puedes volver a trabajar", les dicen. Donde antes cobraban mil ahora cobran quinientos. "Y tienes que estar contento". Maquillan sus estadísticas y se pavonean como gallitos de corral.

Y lo llaman gestión de puta madre.

miércoles, 8 de abril de 2015

Correr

Uno de los libros más maravillosos que he tenido oportunidad de leer es la biografía del atelta Emil Zatopek. En el mismo, Jean Echenoz, desgrana en primera persona las sensaciones de un tipo que salió a correr un día para escapar de una revuelta y no cesó de hacerlo hasta colgarse cinco medallas de oro olímpicas. En el mismo se cuentan las sensaciones, se palpan los latidos y, sobre todo, se sienten como propias las satisfacciones de un tipo que simplemente se dedica a hacer bien su trabajo. Sin alardes, Zatopek se convirtió, por derecho propio, en una de las grandes estrellas de la historia del deporte sin que ello le reportase dos puñados de gloria en su Checoslovaquia natal.

Nunca podré saber la satisfacción del deber cumplido que pudo haber sentido Zatopek tras cada una de sus victorias. Yo nunca he sido atleta de élite. Ni siquiera he sido un atleta. Simplemente me he convertido en un mal aficionado a correr que hace poco disputó su primera carrera popular. Apenas pude sentir conatos de felicidad porque fui adelantado muchas más veces de las que yo adelanté, pero en cada uno de los adelantamientos sentí un fulgor adrenalítico que me invitaba a querer seguir compitiendo.

Sufro demasiado cuando salgo a correr. Mis piernas aún no asumen el esfuerzo y el aliento aún me sigue faltando cuando sobrepaso la frontera del kilómetro número cinco. Muchos días, mientras me fatigo, hablo conmigo mismo y me pregunto qué narices estoy haciendo sufriendo de manera inútil. Pero los esfuerzos se vieron recompensados el día que me tocó competir. No fue una competición seria porque hice un mal puesto y no tenía más intenciones que fuesen más allá de terminar la carrera, pero aquello fue un gusanillo agradable. El próximo día que salga a correr y discuta conmigo mismo, pensaré que si me preparo para una carrera, quizá, al cruzar la línea de meta, sienta que todos los esfuerzos han merecido la pena.