- ¿Qué quieres?
Te lo preguntaba así, de forma seria, sin mudar el semblante, mientras permanecía en el umbral de su casa con la puerta abierta. Y él sabía lo que querías y seguidamente te decía "anda, pasa" y te daba una collejita cariñosa cuando pasabas a su lado en busca de un lugar libre en el salón. Porque el Segundo C era la casa de todos.
Aurelio era el anfitrión de todos los niños que queríamos ver el partido del domingo en el Canal Plus. Daba igual Aleti, que Madrid, que Barça, el Plus era la novedad, el fútbol era nuestra pasión y Aurelio nos acogía a todos de buena gana, aunque siempre tuviese esa seriedad impostada para no perder la esencia del personaje.
En aquel salón lleno de humo de tabaco y voces de niños y padres, cantamos goles, bingos y algún cumpleaños feliz. Las fiestas en el Segundo C llegaban hasta el pasillo del portal, en el que los más pequeños jugaban a las carreras mientras los mayores brindaban con una copa de whisky DYC.
Carlos y Marcos fueron los primeros en tener un ordenador y los pioneros en tener una Nintendo y allí acudíamos todos a pasarnos el Mario Bross o a ganar una Copa de Europa con el Atleti en el PC Fútbol. Al final Aurelio se ha ido sin ver la Copa de Europa, pero ha visto a su Atleti en lo más alto y a su Getafe en Primera. Tampoco pedía mucho más, pero si podía, te lo daba todo.
Y cuando llegaba la hora de descansar y sabía que tenía que librarse de todos aquellos mocosos, abría la puerta y nos decía:
- ¡Qué pasa! ¿Que no tenéis casa?
Y al día siguiente, sabiendo que nos iba a abrir de nuevo la puerta, volvíamos a llamar.
- ¿Qué quieres? - Decía.
Y vuelta a empezar.
Queremos recordarte y que descanses en paz, Aurelio.
Gracias por tantos momentos.