viernes, 17 de enero de 2025

Competencias

Los artículos 148 y 149 de la Constitución Española, esa biblia a la que tanto se aferran los patriotas cuando alguien quiere remover su statu quo, delimita las competencias de cuya exclusividad se encargará el estado y las cuales son de gestión expresa por parte de las Comunidades Autónomas. Sólo en casos de extrema urgencia o gravedad (véase la crisis del COVID-19), el gobierno puede declarar, con la propia Constitución delante, los diversos estados de alarma, de excepción o incluso de sitio.

Estos estados son la maniobra legal con la que cuenta el gobierno para coger el toro por los cuernos y no dejar un problema global en manos de diecisiete gobiernos diferentes. De esta manera, cuando la vida transcurre en la normalidad de nuestro día a día, las Comunidades Autónomas tienen competencia en materias tan trascendentales como la Sanidad, la Educación o las Emergencias.

Venga esta última competencia a colación para analizar lo ocurrido en Valencia durante la crisis ocasionada por la terrible DANA que asoló parte de la provincia. Un gobierno valiente, sin medias, tintas, hubiese aplicado un estado de alarma excepcional y hubiese terminado con las suspicacias y los maledicencias. Está claro que, mediáticamente, echarle todo el muerto al Estado vende mucho porque todos sabemos que la izquierda podrá tener el gobierno pero nunca tendrá el poder y que la derecha suele vivir tanto en la desvergüenza como lo hace la izquierda en la cobardía.

Todas las competencias, tanto las preliminares que podrían haber salvado vidas, como las de auxilio, corrían a cargo de la Comunidad Valenciana. Así lo marca la ley, esa Constitución tan sagrada para asuntos territoriales pero tan vilipendiada para los asuntos sociales, y así lo hizo saber el gobierno. Ese manido y falso "si quieren ayuda que la pidan" no fue sino una retórica obligada por las circunstancias. Si hubiese aplicado el estado de alarma no habría habido ayuda que pedir ni vergüenza que regalar.

Mazón se comportó como un inútil y su partido, una vez más, como un canalla. Porque aquí todo vale para descargar las vergüenzas propias contra la cara del rival, y si se tiene el apoyo mediático y la voz ignorante de un pueblo dormido, todo es mucho más cómodo. El caso es que cientos de valencianos murieron y hay miles que siguen esperando una mano en el hombro que nunca les llegará porque lo que a unos les falta de valor, a los otros les falta de vergüenza.

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