Trabajas como un campeón, por no decir otra rima, para ganar tres duros desagradecidos, vives para ahorrar y mueres porque no eres capaz de guardar un solo euro, recibes tres llamadas telefónicas que te dicen que en un mes tendrás que acudir a tres bodas. Estacazo.
Te animas con las buenas nuevas, ideas un futuro con un nuevo miembro en la familia, te dejas regar por la ilusión, te acuerdas de tu niñez y no dejas de sonreir pensando en las cosas buenas que te pasarán junto a tu hijo, tu mujer se ve obligada a darse de baja y la seguridad social le paga poco más de la mitad de su sueldo. Estacazo.
Llegas un día cualquiera a comer a casa, te invade el hambre y la alegría por comer junto a tu esposa, abres el buzón y una carta remitida por hacienda te hace percibir que allí está el borrador de la declaración. Sabes que eres un currito, que no ganas mucho y que te retienen más de los que ellos te pueden quitar, no esperas pagar gran cosas, desdoblas el documento y mil quinientos euros. Estacazo.
Regresas al trabajo después de saborear un delicioso manjar cocinado por tu mujer, con la radio puesta y la cabeza en el partido del miércoles siguiente y cuando cambias de marcha el pedal del embrague hace "clonc" y se queda en el fondo. A duras penas, logras callejear y dejar el coche en lugar donde no moleste antes de calarse y poder llamar al seguro para que llame a la grúa para que lo lleve al taller. Estacazo.
Y no ha acabado el mes. Solamente deseo que llegue el mes que viene y nazca Pablo, ojalá venga con un pan bajo el brazo. Y si no viene el pan, da igual, después de tantos estacazos nos quedará al menos para un par de mendrugos.
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