No hace mucho más de una semana publiqué mi último post en este blog. Fue el más corto de todos, no tenía muchas ganas de dar explicaciones y simplemente quise decir que hay que aprender a sortear los obstáculos que pone la vida porque si te dejas atrapar por ellos es posible que termines en el maldito pozo de la depresión.
No era por mí aquel día, si no por un ser cercano que está pasando unos momentos de angustia y al que quiero volver a transmitir mi ánimo.
Sí es por mí hoy. Cuando parece que la vida va medio rodada, y digo medio porque de la angustia económica nadie consigue sacarnos, aunque, como dicen los más castizos, podemos decir aquello de vamos tirando pa alante, siempre hay algún obstáculo que, por sorpresivo y traicionero, te cuesta mucho más sortear que los demás.
Será un obstáculo de varios meses, quizá hasta años, será un obstáculo de madrugones y llegadas a casa a las mil, será un obstáculo de cambio de centro de trabajo, será un obstáculo que me tiene que hacer más fuerte porque si me dejo cabrear dejaré de ser yo para volver a ser aquel tipo que un día se dejó llevar por el trabajo y casi destroza su vida personal.
Desconecto.
Y espero seguir desconectando.
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