Durante la segunda mitad del siglo
XVI, Juan Calvino revolucionó todas las teorias católicas imponiendo el
nombre de Dios por encima de la condición humana. Los católicos, que
defendían el pecado como error moral adherido a la condición humana, no aceptaron las propuestas
reformistas de quien generó tantos seguidores que llegaron a convertirse
en una plaga molesta en los países del sur de Europa. En Francia, a los
calvinistas se les conocía como hugonotes. Y en Francia reinaba Enrique
II cuya, esposa, Catalina de Médici era una ferviente seguidora de la
religión católica. A Catalina de Médici le molestaban los hugonotes y
sus teorías y fue por ello que organizó una persecución contra ellos que
culminó en la sangrienta madrugada del veinticuatro de agosto de 1572
en el que cientos de seguidores calvinistas fueron pasados por el filo
de la hoja en la que pasó a la historia como "La noche de los cuchillos
largos".
Se cuenta que después de aquello Catalina de Médici temía más la
represalia que la regeneración de los hugonotes. Tal fue su obsesión,
que ordenó derribar todos los muros de palacio para volver a construir
paredes con conductos acústicos. De esta manera, de una habitación a
otra podía escuchar todo lo que hablasen sus visitantes sin necesidad de
estar junto a ellos. Desde entonces, cada vez que alguien debe contar
algo secreto o comprometido en algún lugar inseguro, se le suele decir
"ten cuidado con lo que cuentas y como lo cuentas, que las paredes
oyen". Es una manera de citar a Catalina de Médici y de advertir a tu
interlocutor que, aunque él no lo crea, alguien puede escuchar lo que
está diciendo y ponerle en un serio compromiso.
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