Porque no puedes interactuar para limitar una marcha el día de la mujer, poner condiciones a las marchas en el día del trabajo y permitir que un puñado de nazis vayan provocando por el centro de Madrid como si la ciudad fuese suya y sus proclamas fuesen versículos de la Biblia. No puedes andar jugando al gato y al ratón escondiendo la zarpa y después pretendiéndola enseñar cuando la ofensa ya está dictada y la mancha ha ensuciado a toda una ciudad.
Y, sobre todo, no puedes dictaminar que la fiscalía entra porque la marcha pudo suponer un posible delito de odio. No hay posibles en este caso. Es un delito de odio como una catedral, es un delito de odio penado en otros países y que aquí se permite porque los que ganaron una guerra hace ochenta años siguen ganando cada batalla día a día sin que los demás podamos decir nada. Aquí no hay medias tintas, señores, o se les prohíbe o se les encarcela, pero nada de mirar a la galería y pasear un capote que no vas a utilizar.
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