A veces soñamos, a veces queremos, a veces imaginamos. Buscamos algo
con persuasión, hacemos planes, evocamos la incertidumbre, visualizamos
el deseo. A veces miramos al cielo e intentamos rezar, o pedir a un ser
superior que sean ciertos los auspicios. Muchas veces buscamos en el
interior de nuestra propia miseria para resucitar el ánimo y hacernos
creer que sí, que aquello que queremos ocurrirá tarde o temprano.
Pero hay veces que los sueños no se cumplen, que los planes se
truncan, que la realidad es una bofetada en la cara. Hay veces que los
deseos se pierden en la alcantarilla de la verdad, que otras personas
tienen otros planes, que la confrontación te ha puesto de cara a la
pared y que allí hace más frío del que imaginabas. Hay veces que el
cielo te devuelve una lluvia de verdades, una niebla de ofensas y una
tormenta de crueldad. Hay veces que la vida es puñetera. Hay veces que
callar no es la opción, pero gritar no es el remedio. Hay veces que
tragar es la única manera de calmar el hambre aunque nunca seas capaz de
calmar tu sed.
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