Cuando la desgana toma el control de la vida laboral la cabeza comienza a pensar más de lo debido, la tristeza comienza a aparecer en la comisura de los ojos, la sensación de inutilidad comienza a apoderarse de las intenciones, la depresión aparece como un monstruo al acecho.
Hace tiempo que me siento un tanto inútil dentro de mi puesto de trabajo. Debido a la cancelación de las líneas que yo gestionaba, hube de reciclarme y tomar otras líneas que ya manejaba otra compañera. Compartir, para ella, no es vivir, y tengo que andar mendigando un poco de trabajo mientras veo como las horas pasan lentamente dentro de mi reloj.
Y con la sensación de inutilidad llega la desgana y con la desgana el pensamiento aturullado, las ganas de cambiar de aires, cierta tristeza por lo que viene y nostalgia por lo que fue, poco interés en el trabajo y, sobre todo, ganas de estar en casa durante todas las horas del día.
Y con la sensación de inutilidad llega la desgana y con la desgana el pensamiento aturullado, las ganas de cambiar de aires, cierta tristeza por lo que viene y nostalgia por lo que fue, poco interés en el trabajo y, sobre todo, ganas de estar en casa durante todas las horas del día.
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