En su manera de hacernos creer en los ejemplos útiles, se preparó una ponencia mitinesca sobre las energías renovables y se sorprendió ¡oh! sorpresa, de que el gobierno defendiese la energía solar cuando todos debíamos saber que por la noche no hay sol y sigue habiendo necesidades energéticas.
Días después, de paseo por Granada, quiso ser grandilocuente y pasó a la Catedral para escuchar misa y así poder presumir de la grandiosidad del estado español con la mala suerte que se dio de cruces con una misa en honor a Franco y con una foto indeseada que le mostraba como un doliente más en memoria de quien dictó los designios de este enfermo país durante más de cuarenta años. Fue tan torpe y simple que ni supo evitarlo ni supo disculparlo, no fuese que sus socios preferidos le llamasen derechita cobarde.
En la lucha interna vivida en el seno del gobierno, apostó en principio contra quien creía más débil. Cuando comprobó que, pese a sus augurios, Yolanda Díaz avanzaba y ultimaba sus negociaciones en pos de eliminar los elementos más lesivos de la Reforma Laboral, comenzó a lanzar sus dardos contra Nadia Calviño, calificándola de bluff y de fracaso en términos europeístas, para que solamente tres días después del FMI la nombrase presidenta de su Comité Financiero.
Y es que mi tocayo tiene un tino que ya quisieran muchos tiradores profesionales; mira, se posiciona, apunta y donde pone el ojo, nunca pone la bala.
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