
En mi última aventura sobre el arreglo casero, me decidí a desatascar el desagüe de mi ducha puesto que en el mismo había una especie de válvula que impedía que los pelos se marcharan por las tuberías. Debido a ello, los pelos de Sagrario se habían ido acumulando sobre la válvula lo que provocaba que el tapón no tragase con suficiencia y las duchas se convirtiesen en un pequeño baño para los pies.
Debió resultar tal mi torpeza que al sacar el tapón saqué la goma de conexión y, cuando creía que los problemas habían desaparecido y el atasco era ya una anécdota pasada, sonó el timbre para ponerme los pies en el mundo real. Chavalote, tú no vales para esto. Le acababa de inundar el baño a mi vecino del primero. Total, llamada al seguro, arreglo por parte de un profesional y la cara colorada por la vergüenza.
Zapatero a tus zapatos.