jueves, 24 de junio de 2021

A troche y moche

Durante las épocas en las que, en ciertas zonas, la madera se convirtió en la gran materia prima tanto en construcción de hogares como combustible para calefacción, los leñadores se convirtieron en hombres necesarios y afamados que, hacha en hombro, se adentraban en los bosques para talar árboles como si la propia vida les fuese en ellos. Al golpe seco para hondar en el tronco, se le conocía como troche, y el golpe más de canto para limpiar el corte de residuos, era el moche. Así, los leñadores troceaban y mocheaban sin parar, una y otra vez, una y otra vez.

De esta manera, cada vez que alguien realiza una actividad sin orden ni concierto, sin sentido de la medida, decimos que lo hace a troche y moche, pues, como los antiguos leñadores, hacen las cosas sin parar, en exceso y sin detenerse a considerar daños o perjuicios.

jueves, 17 de junio de 2021

Paz social

Los catalanes se equivocaron en su día. Pero no porque no tengan derecho a reivindicar lo que, por sentimiento, creen que les corresponde, al fin y al cabo el mundo es sólo un lugar dividido por líneas dibujadas por los hombres a los que llamaron fronteras, sino que se equivocaron por seguir ciegamente a unos políticos a los que la cuestión territorial les importaba poco y tan sólo se movían por el fin económico. Y es que ya sabemos lo que importa de verdad. Mientras el estatuto de Zapatero estuvo en vigor, los mandamases de Cataluña callaban como San Pedro y ponían la mano como Judas .Porque más allá del sentimentalismo, existe un interés común que une a todos los españoles, catalanes incluidos, y es el ansia de poder como mecanismo más rápido para acceder al dinero.

Y, claro, sin dinero y sin poder había que hacer una pataleta para que se escuchase en todo el mundo. De repente, cuando no había beneficios fiscales ni desahogo social, lanzaron a las calles a las huestes y se propusieron cantar las cuarenta a un gobierno que, Rajoy mediante, equivocó el tiro y tuvo que aguantar sobre los hombros una culata destruída. Porque lo que fabricó Rajoy no fue una nación indisoluble, sino que forzó el nacimiento de más y más independentistas que veían las actitudes del gobierno como una afrenta contra su pueblo.

La paz social saltó por los aires hace más de un lustro y, desde entonces, con heridas abiertas y enfrentamientos directos, Cataluña se ha convertido en un torpedo contra la línea de flotación de los distintos gobiernos. El Uno de Octubre se convirtió en el paradigma de que todo lo que empieza mal, termina mal. Y es que todos lo hicieron mal. Unos por sacar a la calle unas urnas a modo de provocación, sin vinculación oficial ninguna y con el único ánimo de crear vinculación sentimental. Los otros por no permitir que un pueblo se expresase y responder con golpes a los ímpetus de manifestación. Aquel caldo de cultivo terminó en un guiso mal cocinado y con varios tipos en la cárcel acusados de sedición y un tipo, el que lideró el movimiento, huído de la justicia española y acogido en el extranjero como el cobarde que dejó la misión para salvar su culo.

Estaba claro que el soporte del gobierno de coalición iba a sujetarse en la supeditación a los indultos a los condenados por el procés. Durante el año y medio que ha durado el infierno por la pandemia, el asunto quedó aparcado por ser menor ante la necesidad de paliar el virus, pero, una vez gestionada la pandemia, quedaba el asunto más espinoso de la legislatura, porque la vitalidad de este gobierno depende del tacto con el que trate este asunto de suma importancia.

Porque, más allá de que los condenados mereciesen una sentencia reprobatoria por haber infringido la constitución, no es menos cierto que las penas son desmesuradas y que se deben poner sobre la mesa argumentos sólidos para poder negociar y conceder estos indultos. Y el mayor argumento de todos es la paz social, esa que debe volver a Cataluña con premura porque la independencia unilateral es muy difícil sin violencia en un Estado donde el gobierno central va a negar el derecho de autodeterminación una y otra vez. Y quizá, desde la paz social, y obviando el ruido de los australopithecus de Colón y de los fanáticos de La Rambla, se pueda negociar un nuevo modelo de convivencia.

Porque no se trata de indultar por indultar, se trata de indultar para vivir en paz.

lunes, 14 de junio de 2021

Piscina

Vamos quemando etapas y vamos encendiendo fuegos internos. Cuando acaba la primavera y desaparecen los estornudos que te deja la alergia como rémora, llegan los calores y entonces los objetivos son otros. Cambias la manga larga por el bañador, los paseos por los chapuzones y los planes por sonrisas. Este año inauguramos piscina en la urbanización y lo que durante años fue un barrizal hoy es una estupenda excusa para hacer planes de día a día.

Han sido dos años de obras, de sufrimientos, de reuniones, de creer que no habría nada, de saber que habría algo muy chulo. Y de repende el silencio de las mañanas se convirtió en risas de niños, en saltos al agua, en salpicaduras, en murmullos, en brazadas de largo a largo. De repente el bloque sonríe y nosotros sabemos que podemos combatir el calor con algo que va más allá de apretar el botón de "on" en el mando del aparato del aire acondicionado.

Pronto llegarán los viajes, iremos abandonando las casas y la piscina quedará como un elemento de recreo para días puntuales, pero ver cumplirse las expectativas y ver la cara de felicidad de los muchos niños de la urbanización durante el fin de semana ha valido el precio de la espera y los sobrecostes. Y, sobre todo, saber que hemos dejado de ser el patito feo de la calle para habernos convertido en los más envidiados. Cosas de tomar una buena decisión y de vivir en buena armonía.

miércoles, 2 de junio de 2021

Fray Perico y su borrico

A los niños nos gustaba jugar, idear, correr, dar patadas y pelearnos. Pero necesitábamos un aliciente para que nos gustase también leer. Y entonces apareció la colección de libros de "Barco de Vapor". Estaba la edición de libros azules para niños de menor edad y la edición de libros naranjas para los niños más crecidos. Entre estos últimos se encontraba "Fray Perico y su borrico". El libro contaba las andanzas de un fraile torpe que viajaba con un burro más torpe aún. Cuando lo leímos en clase por vez primera, recuerdo morir de la risa. Teníamos un compañero que compartía nombre y apellidos con el autor y nos hacíamos la broma de que el libro lo había escrito él. Creo que alguno, incluso, lo creyó. Por eso, aún cuando le veo, sigo acordándome del libro y no puedo evitar esbozar una sonrisa.