A veces, a los que gustan de presumir de estado físico, les gusta exprimir las condiciones de las personas ajenas. A veces, los que callamos por respeto y asumimos por valentía, terminamos conociendo los límites de nuestro organismo. A veces, recorrer veintidós kilómetros, diez de ellos cuesta arriba, con un niño de doce kilos a las costillas, resulta una prueba de memoria extrema. A veces, sentirse orgulloso de uno mismo, vale más que todos los silencios acumulados. Cuando digo que puedo es que puedo.
De perdidos al río
Hace 3 días