lunes, 31 de agosto de 2009

La madre que los parió

Andaba yo tan ricamente en mi tercer, cuarto o quinto sueño de la noche cuando me pareció escuchar un accidente de coche. "Serán sueños tuyos", pensé. Intentaba formalizar el sexto sueño cuando me despertaron ruidos de acelerones, frenazos en seco y golpes. Como ya me habían dicho que en la carretera del polígono adyacente, de vez en cuando hacen carreras ilegales, le eché la culpa a un par de flipados que tenían cosas más interesantes que hacer que dejar dormir a quien un lunes tiene que levantarse para trabajar.

Nada más lejos de la realidad. Ha sido sacar el coche del garaje esta mañana y ver un cordón policial rodeando el supermercado Spar de chinos que hay justo al lado del portal de entrada, justo en la esquina de la calle opuesta a la que da la ventana de mi habitación. Mis peores presagios se han confirmado cuando he visto un Opel Astra empotrado, de culo, contra la puerta de entrada del supermercado. Se habían llevado por delante las dos barras verticales de acero que había selladas al suelo, el cierre metálico y la luna. Muy fuerte.

Como le decía yo a mi compañero Quintana cuando trabajábamos juntos: "Amigo mío, estamos rodeados". (De hijos de puta, le quería decir).

jueves, 27 de agosto de 2009

Redes sociales

Desde que las relaciones sociales se fueron informatizando, el afecto ha pasado de ser una sonrisa abierta en la frente a una combinación espontánea de jotas y aes que suceden a la gracieta o al cotilleo. Para ponernos en contacto con un amigo y un familiar ya no necesitamos usar la voz ni la tecla de llamada del teléfono móvil, basta una conexión y un “a ver si está conectado”. Esto de las redes sociales nos está metiendo a todos en un feliz, y a la vez absurdo, agujero de ignorancia. Creemos saberlo todo de los demás y los demás creen saberlo todo de nosotros. Gracias a Dios, aún quedan cañas en los bares y aún no existen camareros virtuales en el Facebook.

lunes, 24 de agosto de 2009

El camino Schmid

Esta es la zona más suave, y posiblemente también la más bonita, de una de las rutas más concurridas de la sierra madrileña; el camino que transcurre entre Cercedilla y el Puerto de Navacerrada, también conocido como “Camino Schmid”.

Fueron cuatro horas de calzadas romanas cuesta arriba, caminos de polvo seco y sendas sinuosas entre pinos centenarios. Una pasada, vamos.

Lo peor fue casi la vuelta. Primero en el tren que llaman “De la naturaleza” y que es un simulacro de tren. Una cascarria de dos vagones que haría su primer servicio en los últimos años del franquismo. Por ello entendimos rápido su precio; cinco euros, viaje y atracción incluidos. Y después segundo palizón del día. Cuatro de la tarde, el chicharrero del peor fin de semana de agosto sobre la espalda y cuatro kilómetros picando hacia arriba para volver a por el coche.

No me extraña haberme pesado esta mañana y haber comprobado que peso cuatro kilos menos que el lunes pasado. Habrá que hacerse una de estas todos los sábados.

miércoles, 19 de agosto de 2009

¡Qué verano más largo!

Sé que ha habido otros años en los que he cogido vacaciones en septiembre y sé que a mí el calor no me puede como a la mayoría de la gente, pero aún así, el verano se me está haciendo eterno. Esto de salir los fines de semana y tener que hacer de nuevo la maleta los domingos para ver como la gente se queda en las terrazas, con su cervecita fresca y sin preocupaciones, me está pudiendo.

Quiero vacaciones.