martes, 18 de junio de 2019

La puntita nada más

Como el Don Juan de nuestras poesías picantes de la infancia, Vox cabalga por las investiduras buscando plebeyas para su enhiesto miembro. Busca lacayas dispuestas a arrodillarse ante sus posaderas y ser capaces de succionar cualquier jugo por un poco de poder. Y la plebeya naranja, que va de ofendida por el mundo, dice que no quiere pactos, que no va a haber acuerdos y cuando Vox le susurra al oído, le dice aquello de "la puntita nada más", pero por ser naranja y abnegada plebeya, delante de nuestros ojos, se la ha clavado toda ella.

Lo peor es que nos extraña.

jueves, 13 de junio de 2019

Siga la línea blanca

Los que conservábamos la memoria de nuestros primeros años de televisión, recordábamos a Emilio Aragón como Milikito, el payaso que acompañaba a Gabi, Miliki y Fofito y cuya presencia era poco más que testimonial puesto que su papel, al principio, era el de hacer de mudo. De aquel papel aprendió la mímica que le conduciría a idear uno de los sketches más famosos de la década de los ochenta. Cuando acabaron las funciones de Los payasos de la tele, Emilio Aragón inició su carrera en solitario y lo hizo con "Ni en vivo ni en directo", un programa de sketches donde hacía un repaso de la actualidad además de escenificar pequeñas historias cotidianas en clave de humor. Con aquel célebre "buenas noches, soy Emilio Aragón y usted no lo es", iniciaba, cada noche de lunes, su peculiar visión del mundo.

Quizá, el programa jamás hubiese pasado a la memoria colectiva con la categoría de inolvidable de no haber sido por aquel sketch suelto en el que un hombre preguntaba por un despacho en la recepción de un edificio y la recepcionista le indicaba que debía seguir la línea blanca. A medida que iban pasando los programas, el pobre hombre iba siguiendo la línea blanca cruzando ciudades, ríos y playas sin encontrar nunca el despacho donde debía gestionar su diligencia. A medida que la historia pasaba de cómica a surrealista, la gente en la calle se dedicaba a seguir líneas blancas imaginarias y aún hoy, en algún reencuentro nostálgico, repetimos la acción mientras silbamos la sintonía de "El puente sobre el río Kwai".

miércoles, 5 de junio de 2019

La desgana

Cuando la desgana toma el control de la vida laboral la cabeza comienza a pensar más de lo debido, la tristeza comienza a aparecer en la comisura de los ojos, la sensación de inutilidad comienza a apoderarse de las intenciones, la depresión aparece como un monstruo al acecho.

Hace tiempo que me siento un tanto inútil dentro de mi puesto de trabajo. Debido a la cancelación de las líneas que yo gestionaba, hube de reciclarme y tomar otras líneas que ya manejaba otra compañera. Compartir, para ella, no es vivir, y tengo que andar mendigando un poco de trabajo mientras veo como las horas pasan lentamente dentro de mi reloj.

Y con la sensación de inutilidad llega la desgana y con la desgana el pensamiento aturullado, las ganas de cambiar de aires, cierta tristeza por lo que viene y nostalgia por lo que fue, poco interés en el trabajo y, sobre todo, ganas de estar en casa durante todas las horas del día.