martes, 31 de enero de 2023

Estudiantes

Fue allá en el año noventa y uno, en el viejo Palacio de los Deportes que no tenía patrocinador sino historia, unos diez años antes de salir ardiendo y dejar Madrid marcado por una columna de humo que se llevaba por delante la memoria de los mejores combates de boxeo, las mejores carreras ciclistas y los mejores partidos de baloncesto. En el Estudiantes jugaban Orenga, Pedrolo, Herreros, Antúnez, el Oso Pinone y un tipo llamado Ricky Winslow que imitaba a Michael Jordan. El Barça era un equipazo que terminó sucumbiendo en la final contra el mejor Juventud de la historia. Nos ganaron tras dos prórrogas y obtuvieron el pase a un final que aquel día no merecieron porque ganaron el que posiblemente sea el mejor partido de Play-off de la historia del baloncesto español.

Este último, claro, es un comentario totalmente subjetivo.

Y es que ningún recuerdo tiene más márchamo de épica que aquel que nace desde los tiempos de la infancia o la adolescencia, porque es entonces cuando más nos dejamos impresionar, cuando más tratamos de aprender y cuando más nos captan los momentos. Aún recuerdo una penetración de Antúnez entre fieros defensores, un triple desgarrador de Herreros o esa lucha interminable en la pintura entre Pinone y un legionario impenetrable llamado David Wood. Aquel día me hice de Estudiantes para siempre y aquel día aprendí que la emoción y la pasión vivían más allá de un estadio de fútbol.

Pero todo lo que me prometí aquel día lo fui dejando escapar con el tiempo. No tenía con quien ir y después de prometer mil veces regresar me obligué a cumplir cuando la promesa cayó sobre los oídos de mi hijo mayor. Os voy a llevar a ver a Estudiantes. Dicho y hecho. Cuatro entradas llegaron por sorpresa la mañana de los Reyes Magos y la familia se vistió de domingo para disfrutar de una preciosa mañana de baloncesto.

Este Estudiantes de hoy no es ni la sombra de aquel. En el noventa y uno, era uno de los mejores equipos de Europa y hoy trata de regresar a la ACB mientras llena el pabellón domingo tras domingo, porque si hay algo que no falla esa es la afición, aquella cuya pasión me impregnó el amor a ese equipo y aquella que hizo que mis hijos, como yo hace más de treinta años, viviesen una mañana de baloncesto llena de emoción, magia y familia. Porque más allá de las horas en comandita, este equipo siempre representará los valores de una familia.

viernes, 20 de enero de 2023

Sembrar cizaña

La cizaña es un cereal muy parecido al trigo cuyo grano es nocivo para la salud. Al crecer junto al trigo puede llegar a confundirse con el mismo y mezclar sus granos con él en lo que puede resultar una mezcla dañina.


En una de las parábolas mas recurrentes del nuevo testamento, se habla de que Jesús ordenó a sus discípulos separar el trigo de la cizaña desde su nacimiento, el único momento en el que ambos eran distinguibles pues, de lo contrario, ambos crecerían juntos, se mezclarían y el mal trigo terminaría destruyendo toda la cosecha.

En términos cuantitativos y extrapolando la parábola a la vida cotidiana, el sembrar la cizaña viene a ser sembrar, mediante la palabra, el mal contra otra persona. Cuando alguien se dedica a hablar pretenciosamente contra alguien y termina convenciendo a la masa de la culpabilidad de alguien que realmente no lo es, decimos que esa persona ha sembrado la cizaña. Ha sembrado un mal cereal para que crezca sobre la persona a la que le atacará la duda y se verá acusado, por causa de la envidia o el odio, de algo que probablemente nunca cometió.

lunes, 16 de enero de 2023

Golpe de Estado

El peligro de maniquear las acepciones pasa el banalismo de lo incierto. No es lo mismo prevenir que curar sin heridas, igual que no es lo mismo mentir que contar las verdades a medias. Pero con aquello que difama que algo queda, se termina dando mecha a la dinamita del fanatismo con la duda de qué pasará el día en el que todos los adoctrinados salgan a la calle y vean que este no es el cuento que les habían prometido.

En España hubo dos golpes de estado a lo largo del siglo XX. Uno fue en el treinta y seis, donde unos católicos y ultraconservadores militares defendieron los privilegios de la clase alta y se lanzaron en tromba al ultraje, el asesinato y la barbarie. El otro fue en el ochenta y uno y si no triunfo, cuentan, fue porque el Rey paró el intento. Aunque han pasado tantas cosas con el monarca después que hasta eso está por ver.

Un golpe de estado es un ataque al sistema preestablecido, generalmente obtenido gracias al consenso y a unas elecciones libres y generales. España votó democracia y España vivió en democracia durante casi cincuenta años. Eso al menos creo yo. Resulta demasiado peligroso maniquear las palabras porque cuando ocurra lo más temido, el miedo no tendrá quien lo confronte y la verdad no será más que un caramelo en la puerta de un colegio.

Un golpe de estado es un golpe de estado. Se puede llamar asalto, levantamiento, iniciativa bárbara o pataleta mal gestionada. Lo que nunca será un golpe de estado serán aquellas leyes aprobadas por una mayoría parlamentaria por más que la oposición y la prensa afín se rasguen la camisa haciéndonos creer que estamos en manos de un dictador. Eso es lo que ellos añoran, porque no pueden soportar no tener el gobierno y porque cree el ladrón que todos son de su condición.

Si para ellos consensuar una norma es un golpe de estado ¿Qué no sería perpetuar un sistema judicial a expensas de lo que dicta la ley? La paja en el ojo ajeno se ve con mucha soltura, ahora, la viga en el propio parece que molesta lo justito.