viernes, 30 de noviembre de 2018

Yo en la radio

No resulta nuevo decir que me gusta mucho el fútbol. Los que me conocen, saben que me gusta demasiado el Atleti. Eso es algo que sabe mi amigo Miky Duque, director del programa "Los chicos del barrio" en LGN radio al que me invitó a colaborar el pasado día dos de noviembre.

Mi historia con Miky no es demasiado larga, pero es de esas personas a las que, nada más conocer, sabes que es un gran tipo. Nos conocimos a través de Facebook, esa red social que ahora me ha vetado pero que me ofreció la amistad de dos tipos como el propio Miky o Ralf, un valenciano de origen argentino que tiene un talento descomunal para la ilustración y un exquisito gusto por el fútbol.

Los tres nos presentamos a un concurso del Canal Historia y lo ganamos con creces. Ahí, camiseta de la selección en ristre, nos tomamos unas pintas para sellar nuestra amistad. Pocos meses después llegó la oferta "¿Te atreves a entrar en directo para hablar del Atleti?". Cómo iba a decirle que no.

Templé los nervios y puse toda mi ilusión en ello. A partir del minuto treinta y tantos está el resultado:

http://lgnradio.com/podcast/02-11-18-chicos-del-barrio

jueves, 29 de noviembre de 2018

Autodestrucción

¿Que conduce un cerebro hacia la autodestrucción? ¿Que lleva a una chica de diecisiete años a arruinarse la vida? ¿Cómo pueden los celos dominar a un ser humano? Vivimos en una época en la que lo queremos todo de semejante manera que no hemos aprendido a perder. La información nos sobrepasa y la sobreinformación nos abruma. Somos ciegos a los que nos hacen ver y a ojos que ven, corazón que siente. Nada justifica la locura, pero nosotros mismos, en nuestro afán por flagelarnos, nos vamos conduciendo irremediablemente hacia el desastre.

Nadie puede obligar a nadie a amarte y todo el mundo tiene derecho a mostrar su felicidad en público. Pero existe un problema de base en la locura individual y es la obsesión. Cada foto, cada publicación, cada sonrisa, era una merma en el alma de la muchacha. Cuando el mal florece, nadie es capaz de detener al cerebro, porque la locura, transitoria o no, actúa por nosotros sin preguntar primero.

El asesinato deleznable debería hacernos recapacitar. Se puede olvidar, se puede pasar página y se puede terminar siendo feliz. Y si no, hay que saber sobrevivir con el dolor, porque cualquier arrebato de furia nos puede conducir a la perdición. Si todo cerebro está abocado a la autodestrucción, deberíamos aprender a educarlo con cordura.

martes, 27 de noviembre de 2018

Dormirse en los laureles

En la época clásica, el laurel era considerado como un árbol protector y curativo, los romanos lo asociaron como símbolo de Apolo, Dios de la belleza y la juventud. Como conmemoriación a alguien cuyas dotes destacaban por encima de las de los demás, se regalaba una corona de laurel a modo de consagración. Así, en los antiguos Juegos Píticos, sucesores de los Juegos Olímpicos en Roma, se coronaba con laurel a cada uno de los campeones. Siendo considerado, pues, como símbolo de victoria, el laurel pasó a decorar las cabezas de emperadores y de grandes generales después de triunfar en batalla. Se decía que, una vez coronado, el emperador o el general solía descuidar su actividad al considerar que ya había logrado suficiente y el éxito le iba a acompañar siempre. De esta manera, cada vez que el pueblo comprobaba como su dirigente no hacía nada por ayudarles, solía decir que dormía en sus laureles.
Así, la expresión ha llegado a nuestros días, como símbolo de la pereza y de la autosatisfacción mal gestionada. Alguien consigue algo que le ha costado cierto esfuerzo lograr y, una vez obtenido el premio deja de esforzarse pues considera que puede ser capaz de vivir para siempre gracias a su éxito. Cuando su carrera va cuesta abajo se dice que se ha dormido en los laureles.

lunes, 26 de noviembre de 2018

Segovia

Segovia ha sido el recuentro de un viejo grupo de amigos a los que el tiempo y las circunstancias ha separado. Cada uno con una vida, cada uno en un lugar de España, cada uno en contacto con el otro para seguir contando sus problemas, sus planes, sus vivencias, sus opiniones.

Segovia ha sido el lugar donde hemos vuelto a reir, donde hemos vuelto a recordar, donde hemos vuelto a disfrutar. Ha sido el lugar donde nos hemos vuelto a reunir en torno a una mesa para echar una partida de cartas, para bebernos una botella de ron, para planificar la próxima quedada.

Segovia ha sido la oportunidad para volver a mirarnos a los ojos, para volver a prometernos fidelidad, para atrevernos con el cochinillo y la sopa castellana, para deja que Beni, con su show sin igual, nos amenizase los días al igual que aquellas noches en Ciudad Rodrigo cuando nos hacía ver que el Betis estaba en la UVI y lo había salvado don Manuel.

Segovia queda en la distancia de un fin de semana inolvidable y la vida queda como una carrera de fondo aún por disputar. Esperamos que en el futuro haya otra ciudad, otro motivo, otra ocasión y una nueva oportunidad para llenar la mochila de buenos recuerdos. La reconquista, esta vez, comenzó en Segovia.

viernes, 23 de noviembre de 2018

Había una vez un congreso de los diputados

Había una vez, un circo que cabreaba siempre al ciudadano. Lleno de impresentables, un mundo de reproches pleno de demagogia y poca educación. Había una vez, un circo que avergonzaba siempre al ciudadano. Sin temer jamás al voto o a la frustración el circo daba siempre su función. Siempre vejar, siempre reprochar, pasen a ver el circo. Otro político, otro "y tú también", pasen a ver el circo. Es deleznable, es vergonzante, pasen a ver el circo. Ellos felices al conseguir a un ignorante hacer feliz. Había una vez un circo que alegraba cabreaba siempre al ciudadano, que avergonzaba siempre al ciudadano.

jueves, 22 de noviembre de 2018

El paloduz

A los chicos de nuestra generación nos hubiesen querido contagiar el ébola y, probablemente, lo hubiésemos permitido. Otra cosa es que el virus hubiese sido capaz de hacer estragos en nuestros cuerpos acostumbrados a lo más inverosímil.

Uno de los dulces de moda era un palo de madera. Así como suena. Un trozo de rama que, al chupar, tenía un ligero sabor dulce e incrementaba la saliva hasta convertirla en una masa amarillenta. Con las dos pesetas que nos sobraban de comprar un chicle, a menudo adquiríamos un paloduz y nos podíamos pasar toda la tarde chupando y chupando. Hasta que, hartos del sabor a madera dulzona, terminábamos tirando el palo a la papelera, siempre a medias de terminar.

miércoles, 21 de noviembre de 2018

La ciudad blanca

El pasado mes de abril visitamos Vitoria. Descubrí una ciudad fantástica y acogedora. Una ciudad límpia, amable y con una gastronomía sutil. Me gustó descubrir los retazos de historia y dormir con deseos de volver. Pocas semanas después descubrí el primer libro de la Trilogía de la Ciudad Blanca. Se trata de una serie de libros donde la escritora Eva García Sáenz, oriunda de Vitoria, desgrana tres casos de asesinatos en serie y las vicisitudes de un inspector de homicidios para dar con el asesino. Un viaje personal por el presente y el pasado de varios personajes donde Vitoria se alza como una ciudad majestuosa. Leyendo los libros, buceando y enganchándote a ellos, dan muchas ganas de visitar Vitoria y, si ya has estado, dan muchas ganas de regresar.

martes, 20 de noviembre de 2018

Crisis judicial

La crisis judicial pone al descubierto una de las mayores desvergüenzas de nuestra democracia; esa que indica que nunca fueron independientes el poder legislativo y el judicial. Si los jueces están preponderados por una opción política, nunca serán lo suficientemente equitativos porque pondrán por encima los intereses personales por encima de la justicia. Cuando la justicia deja de ser justicia, todo país pierde su salud democrática.

PSOE y PP se reparten los jueces como los dos niños más fuertes de la clase se reparten los caramelos de un cumpleaños en la puerta del colegio. Para tí los de fresa y para mí los de menta y los de limón para el resto; y uno para cada uno. Nos han pintado la democracia con un color tan deslumbrante que, basta rascar un poco y comprobar como la pintura se desquebraja. Porque aquí siempre ganan los fuertes y siempre pierden los pardillos.

lunes, 19 de noviembre de 2018

El penalti de Panenka

El Bohemians era el tercer equipo de la ciudad de Praga. Demasiados años a la sombra del Sparta y del Slavia como para ser considerado un equipo temido; tenía sus destellos, sus tardes de gloria y alternaba sus victorias con algunas derrotas inesperadas que siempre le trasladaban a la mitad de la tabla clasificatoria. Un clásico de la liga checoslovaca, pero no un equipo grande. Como bien apuntaba su nombre, representaba a los nostálgicos de la ciudad, a los bohemios y evocadores que soñaban con un fútbol clásico, donde la disciplina quedase más allá de la línea de cal y donde los goles se celebraran con abrazos sinceros. El más bohemio de todos era su centrocampista estrella, un tipo bajito, de anchas caderas y caminar pesaroso que flotaba por la cancha a cámara lenta y tocaba el balón con la elegancia de los artistas. Se llamaba Antonin Panenka y era un fijo en las convocatorias de la selección checoslovaca.
Checoslovaquia se enfrentó a la Unión Soviética en el duelo a doble partido de los cuartos de final de la Copa de Europa de Naciones de 1976. Aquello, tras los años de represión comunista, era más una oportunidad para la venganza que un simple partido de fútbol. La ciudad de Praga llenó el estadio en la ida y se volcó con el corazón junto al transistor mientras escuchaban la narración del partido de vuelta. Fue una dulce victoria, Checoslovaquia dejó en la cuneta al opresor y picó billete destino a Yugoslavia, lugar donde se celebrarían los últimos partidos del torneo. En realidad, aquella fue la última edición de una Eurocopa que se jugó sin una sede fija, la Uefa ya había acordado que el siguiente torneo se celebrase en Bélgica y que allí se disputaran tanto las fases de grupos como las rondas definitivas.

Vaclav Jecek, seleccionador checo, había juntado a una generación de buenos futbolistas en el orden táctico con un par de figuras en el orden técnico. Por encima de todos destacaba Panenka, un futbolista diferente que no necesitaba correr para jugar al fútbol, más que nada, porque correr lo agotaba como a un burro desentrenado. Por ello, necesitaban imperiosamente desactivar el juego de Holanda en el partido de semifinales si no querían que se convirtiese en un angustioso correcalles que terminase por desfondarles a la media hora de juego. Jecek planteó un partido físico y ordenó férreos marcajes individuales sobre Cruyff, Rep y Reensenbrinck. La desesperación holandesa se hizo patente con el paso de los minutos y tanto Neeskens como Van Hanegem fueron expulsados tras cometer sendas agresiones fruto de la frustración. El mundo futbolístico, que esperaba la reedición de la final del mundial de 1974, tuvo que ver como Checoslovaquia daba la gran sorpresa y derrotaba a Holanda bajo un aguacero monumental tras anotar dos goles en la prórroga y establecer un contundente tres a uno que no dejaba lugar a dudas.

Checoslovaquia y Panenka eran finalistas, pero Alemania, un rodillo sin compasión ni puntos débiles, era la gran favorita para hacerse con el título. La noche antes de la final Panenka conversaba con su amigo Viktor, portero del equipo nacional y compañero de habitación. Analizaban los puntos débiles del rival y bromeaban sobre alguna cuestión mundana. En la conversación salió el nombre de Maier, portero alemán. "Qué porterazo", exclamó Viktor, admirado por las cualidades de la araña del Bayern Munich. "Como haya un penalti se lo voy a tirar como tú y yo sabemos", desafió Panenka. "Ni se te ocurra", sentenció su compañero.

Y a fé que hubo penaltis. Checoslovaquia se puso dos a cero pero Alemania, siempre fiel a su estilo y a sus actos de fé, no cesó su esfuerzo hasta empatar en el último minuto. Fue un palo difícil de digerir para una selección checa exhausta después de dos prórrogas y tras haber acariciado la copa durante tantos minutos. Con el empate a dos el partido debía morir en la tanda de penaltis. Masny, Nehoda, Ondrus y Jurkemik anotaron para Checoslovaquia y Bonhof, Flohe y Bongartz lo hicieron para alemania. La tanda estaba en cuatro a tres cuando le tocó en turno al excelso Hoeness quien mandó la pelota a las nubes. Quedaba un lanzamiento y era para Panenka.

Antonin buscó a Viktor con la mirada y asintió ligeramente; había tomado una decisión. Viktor agachó la cabeza y decidió mirar al suelo, aquello era el suicio deportivo más mediático al que había asistido. Frente a Maier, Panenka colocó el balón y buscó un duelo de miradas. "Aquí estamos". Jugando en el Bohemians hubiese sido imposible enfrentarse al Bayern, hubiese sido imposible intentar anotarle un gol al mejor portero del mundo. Panenka no había anotado ningún gol en la Eurocopa, pero llevaba muchos años lanzando penaltis. Una tarde, tras un entrenamiento del Bohemians, y cansado de perder apuestas con el portero Hruska, ideó una manera de marcarle un gol desde los once metros. Se trataba de mantener la mirada, acomodar el cuerpo en un amago de lanzamiento esquinado y posteriormente tocar el balón con suavidad con el empeine. El balón se elevaba lentamente, Hruska se lanzaba hacia un lado y la pelota terminaba mansamente en gol por el centro de la portería. Era la obra de un loco.

Pero Panenka era un loco feliz. Como había hecho con Hruska amagó un lanzamiento esquinado mientras desandaba la carrerilla, Maier se venció a la izquiera y en ese momento, tic, se paró el mundo. Panenka tocó el balón sutilmente, con el empeine de su bota derecha y el balón se elevó suavemente en una vaselina interminable. Igual que su juego pausado, el disparo de Panenka se dirigó a la portería a cámara lenta y el loco feliz supo que era gol antes de que la pelota besara las redes. Levantó los brazos, dio media vuelta y, en su celebración, buscó a Viktor. Sus miradas hablaron; "Estás loco", dijo el portero. "Sí", contestó él, "pero soy un loco feliz". "Siempre he entendido el fútbol como una manera de divertirme", aquella sentencia definió su personalidad y aquel penalti definió su leyenda. Panenka, que no hizo mucho más a nivel internacional, dejó un instante para la historia y una esquela para la memoria. Un penalti con denominación de origen que hizo saltar una sorpresa y alumbró el nacimiento de un mito.

viernes, 16 de noviembre de 2018

Sin Facebook

Pues de la noche a la mañana me he quedado sin cuenta de Facebook. Es cierto que me habían avisado, en alguna ocasión, de que podrían tomar alguna medida, pero nunca imaginé que esta fuese tan drástica.

Rebobino hacia el principio para explicarlo todo. Hace más de tres años que administro, asociada a mi cuenta, una página de fútbol. Nunca tuve intención de hacerme famoso ni sacar beneficio alguno de ella; tan sólo era una manera de llenar mi pasión por este deporte y compartirlo con quien quisiera verlo. Nada más. Hace unos meses descargué un vídeo que colgué en la página y que, según me informaron, violaba la propiedad individual de alguien. Me parece bien. Elimino el vídeo y sigo hacia adelante. Acato. Nunca he apelado nada, siempre lo he acatado todo.

El mes pasado me ocurrió lo mismo. Esta vez, como la anterior, era un vídeo correspondiente a un lance de un partido antiguo; nada de novedad, soy muy amante del fútbol clásico. Y vuelta a empezar. Otra vez lo mismo. Esta vez, como castigo, me bloqueron la actividad durante tres días. Yo tenía acceso a mi cuenta pero no podía dar ni a un pírrico "me gusta". Vale, lo acepto. Pero me pregunto por qué tanto castigo. Nunca fui con intención de dañar a nadie, nunca fui soez ni publiqué contenido violento. Nunca, jamás, ni desde mi cuenta ni desde mi página, le he faltado el respeto a nadie. De hecho, si algo me llenaba de orgullo de mi actividad dentro de la red social, es el foro de debate respetuoso que se había generado en los comentarios de mi página. Ciento ochenta seguidores iban ya.

Todo hasta este último sábado. El Atleti le remontó un partido al Athletic y recordé que, hace un par de años, Berizzo, siendo entrenador del Celta, también perdió en el Calderón de idéntica manera. Me resultó interesante la comparación y descargué un vídeo con los goles de aquel partido. Lo colgué en mi página, con toda mi buena intención, y escribí lo siguiente: "No es la primera ve que Berizzo pierde así un partido contra el Atleti. Probablemente, las dos veces, de forma inmerecida".

Pues ahí se acabó todo. El domingo por la mañana recibí una notificación en la que se me indicaba que el vídeo había sido denunciado por la Liga de Fútbol Profesional ya que los derechos de autor correspondían a ellos pese a que en las redes lo había subido otro usuario. Usuario que en ningún momento me ha denunciado y al que pido disculpas desde aquí si se ha sentido ultrajado, algo que, bajo ningún concepto, era mi intención. Me bloquearon tres días en los que tuve acceso a mi cuenta pero no pude tener actividad, pero cuán mayor fue mi sorpresa cuando, el miércoles por la noche, al intentar accedera a mi cuenta, me comunicaron que la misma había sido inhabilitada.

Sorprendido, busco una solución y Facebook me conduce hacia un formulario de reclamación. La respuesta que recibo del mismo es que se acabó todo, que me habían avisado, que lo acepte y que ya no tengo acceso a Facebook. Me hacen polvo. Allí tengo mi principal fuente de información, muchos años de fotos, comentarios, publicaciones y comunicaciones con muchos de mis contactos y, sobre todo, tengo tres años y medio de trabajo en una página en la que puse toda mi ilusión y todas mis ganas. Pero parece que no tengo nada que hacer.

Sofocado, me genero una nueva cuenta con una dirección de correo diferente y una nueva contraseña. Todo va bien durante unas horas; agrego a mis contactos, doy me gusta a las publicaciones que más frecuentemente visitaba y me acuesto cabreado pero sabiendo que me tengo que ver obligado a empezar de nuevo.

Pero tampoco. El jueves por la mañana abro mi nuevo perfil y... ¡Sorpresa! Me comunican que mi nueva cuenta, en la que aún no he publicado nada, ni un mísero "Buenas noches", también ha sido inhabilitada, y esta vez sin explicación alguna.

Y así estoy, plantado y sin Facebook. No les voy a rogar más. Si algún día tienen la consideración de devolverme alguna de mis cuentas, seguiré mi actividad porque tengo la conciencia bien tranquila; ni he ofendido a nadie ni me he lucrado a costa de nadie. Y si no me quieren devolver mis cuentas pues con su gloria se queden.

jueves, 15 de noviembre de 2018

Me sorprende

Me sorprende que el PSOE se mantenga en las encuestas como el partido más votado cuando todos podemos comprobar como los ciudadanos están controlados por medios que, en su gran mayoría, son exclusivamente de derechas. El oasis del Grupo Prisa se secó el día en que el accionarado italiano entró en la empresa para controlar las salidas de tiesto. Quedan algunos periodistas en la SER con cierta conciencia de clase y alguno en El País con derecho a reclamo. El Grupo Planeta controla Onda Cero y Antena 3, dos mastodontes de la comunicación con una programación, en gran medida, sectaria; para contentar a una parte del electorado de izquierdas, mantienen a La Sexta que, con programas como El Intermedio o Salvados, intentan mantener el tipo idelógico. El resto de grupos; Vocento, Cope, Mediaset... tienen una marcada ideología de derechas y son ellos los que manejan los grandes holdings empresariales de la prensa. De esta manera, hay en la calle periódicos como La Razón, ABC o El Mundo y locutores como Alsina, Herrera o Losantos que acumulan millones de oyentes y lectores a los que machacan los oídos con prerorratas de marcada simbología ideológica. Ellos, apoyados por las grandes empresas y los bancos, manejan la situación a su antojo. Controlan los bulos, la información desmedida y la comunicación sectaria. Por ello, me sorprende demasiado que el PSOE se mantenga en las encuestas como el partido más votado.

martes, 13 de noviembre de 2018

Zinedine Zidane


La elegancia es la distinción que separa a los bárbaros de los exquisitos. Como espectador, es esa sensación de invariabilidad que va desde el sueño hasta la realidad. La tesitura constante entre lo nímio y lo coloquial, porque cuando alguien es elegante de forma natural no existen los cerrojos. Jugar para divertirse es la seña de identidad de los talentosos, jugar para asombrar es la seña de indentidad de los elegidos.

lunes, 12 de noviembre de 2018

Postureo

"Deberíamos saber explicar a los muchachos que el éxito es una excepción". Esta frase, promulgada por Marcelo Bielsa en una rueda de prensa, deja bien a las claras el nivel de exigencia que nos hemos impuesto a la hora de afrontar cada paso por la vida.

No es menos cierto que la vida es una sucesión de fracasos pero que, como todas las heridas, cuentan con el factor tiempo para lograr la mejor de las cicatrizaciones que no es otra que el olvido. Fracasamos casi a diario porque habitualmente tomamos decisiones erróneas o nos encaprichamos por deseos imposibles, pero le damos tal tono de banalidad a nuestro día a día que sabemos que ser ilusos no es más que una mota más en el polvo de nuestro camino.

Pero tenemos un problema con nuestra propia autoestima porque jugamos la vida como si fuese una competición de felicidad. Salimos a correr para poder contarlo, comemos poco para que no crean que somos unos glotones, si comemos bien nos regodeamos y si dormimos poco es para fardar de intelectualidad porque nadie, como nosotros, sabe disfrutar de un buen libro o elegir la mejor serie.

El mundo del postureo en el que vivimos nos obliga a vivir un paso por delante de nuestra propia pretensión. No disfrutamos el momento porque ya estamos pensando en el siguiente y, mientras el tiempo se pasa entre decisiones absurdas, nos termiamos por dar cuenta de que la vida pasa sin preocuparse en esperarnos.

He fracasado más de lo que querría, he intentado volverme a levantar y, en algunas ocasiones, he logrado llegar a mi meta particular. Por ello, prefiero siempre quedarme con lo bueno pero también saber aprender de lo malo. Yo también soy víctima de la sociedad. Yo también tengo miedo, pero yo también quiero vivirlo todo.

jueves, 8 de noviembre de 2018

La banca nunca pierde

El mundo de la política está tan maleado y tan manipulado que terminamos por no extrañarnos con decisiones tan vergonzantes como esta última del Tribunal Supremo en el que los mismos jueces que dijeron "digo" ahora dicen "Diego". Lo peor de levantar una liebre es que el cazador se haya presto para preparar el gatillo; ahora, si la liebre se la siguen comiendo los mismos es cuando volvemos a sentirnos como gilipollas y cuando volvemos a descreer aquello que un día nos dijeron sobre la separación de poderes.

El decreto ley aprobado con urgencia por el gobierno es loable, pero me temo que terminará siendo un tiro al aire, porque la banca, aquella que nunca pierde ni en el Monopoly, maneja la sartén por un mango demasiado amoldado a sus manos. Jugarán con el interés y lo que le quitan por un lado lo sacará por el otro. Es el juego del gato y el ratón donde el roedor nunca tiene opción de regresar a su madriguera.

miércoles, 7 de noviembre de 2018

Camisa de once varas

En la Edad Media, existía un ritual para la aceptación de la adopción de un hijo por parte de una familia ajena. En el mismo, el padre adoptivo introducía al bebé por la manga de una camisa amplia y lo sacaba por el cuello, dándole, finalmente, un beso en la frente en señal de bienvenida familiar. De esta manera, al no haber parido la madre a quien iba a criar como su hijo, se simulaba un segundo parto con la amplia camisa como símbolo del útero materno. Al ser las camisas mucho utilizadas mucho más amplias que los bebés y al utilizarse la vara como unidad de medida en la época, la gente, cada vez que había una adopción, comentaba que iban a meter al niño en una camisa de once varas; algo que significaba una exageración popular por las once varas hubiesen equivalido a unos nueve metros y medio de camisa.
A partir de generalizarse la acepción, más allá de los rituales de adopción, cada vez que alguien se metía en un asunto que no le concernía o del cual le iba a costar mucho apuro salir adelante, se decía que, igual que a los bebés, se había metido él solito en una camisa de once varas y que le iba a resultar muy difícil encontrar el cuello de la misma y sacar la cabeza del atolladero. La acepción del término "meterse en camisa de once varas", a día de hoy, y cuando los rituales medievales de adopción han quedado en el olvido, es la de complicarse la vida innecesariamente; asumir un problema que no es tuyo y meterte, como aquellos niños de la Edad Media, en la manga de una camisa sin saber por dónde está el cuello.

martes, 6 de noviembre de 2018

El pote

El pote, en Urda, es un guiso de patatas, generalmente con conejo, que se hace a la lumbre y se come con mucho pan y mucho vino. Pero el pote, en Urda, además de un manjar es una excusa para volver a juntarse, para volver a sentarse alrededor de una sartén y volver a hablar y volver a querer hacer. El pote es la antesala de una partida de cartas, de un café largo, de una merienda con roscas de anís. El pote es el lugar común donde todos nos encontramos, una vez más, en el Corral del Abuelo Pablo, ese lugar común donde, cada cierto tiempo, volvemos a ser una familia.

lunes, 5 de noviembre de 2018

Confrontación

Si una cosa ha quedado clara es que la derecha española ha decidido tomar el camino de la confrontación. La política es así, una trinchera donde cabe la lucha o la negociación. La manera más sencilla de llegar a acuerdos es mediante el diálgo, pero la palabra, vistas las tesis demagógicas aplicadas, no da votos. Lo que da votos es el enfrentamiento, la acusación, la deriva, el cuerpo a cuerpo.

El Partido Popular acusa al gobierno de venderse a los independentistas y, mientras, en un paso más allá en la carrera hacia el populismo, Ciudadanos y Vox se juntan en Alsasúa para hacerles ver al mundo que los que no besan una bandera de españa son enemigos de la patria. Ganas de gritar, ganas de luchar, ganas de vender necesidad de protección.

Y mientras, el gobierno, como siempre que la izquierda intenta hacer acto de servicio, en la inopia más desesperante. Sin fuerza para la pelea, sin palabra para la defensa. Intentando justificar porque dijo rebelión donde ahora dice sedición e intentando pelear unos presupuestos que, por falta de apoyos, se le van a caer a la alcantarilla donde duermen los sueños más bonitos que nunca se llegaron a cumplir.