martes, 31 de agosto de 2021

El precio de la luz

Que a nadie extrañe si dentro de unos años alguno de los representantes del actual consejo de ministros o incluso el propio presidente del gobierno, acaba en el consejo de administración de una de las grandes empresas de energía. Porque el sistema de puertas giratorias, tan dado a utilizar y tan poco dado a omitir, funciona así; favor con favor que paga.

El precio de la luz sube escandalosamente, yo diría que vergonzosamente y mientras las familias humildes han de hacer trucos para sobrevivir, los políticos se dedican a tirarse barro unos a otros al tiempo que sonríen por lo bajini sabiendo que ellos no manejan el mango de la sartén y que, si lo hiciesen, volvería el giro de la puerta a llamar a su futuro para hacerles saber que, como dijo Rodrigo Rato en su momento de esplendor: "Esto es el mercado, amigos".

Cuando la realidad es que, lo saben ellos, y lo sabemos nosotros, todos estos lodos vienen de aquellos polvos que ensuciaron el camino. El PP, desde el gobierno, facilitó una ley que atentaba contra el principio de competencia y las empresas de energía aprovecharon el giro a su favor para reventar el mercado. Pero no todo es culpa del PP, porque el PSOE, que entonces clamaba por una bajada de la luz, se ha visto con los pantalones en el suelo y el culo amoratado. No van a intervenir el mercado porque no les interesa hacerlo, no va a bajar el precio de la luz por más impuestos que bajen y por más tuits que traten de poner. Y mientras Podemos sigue enfrascado en sus guerras por el lenguaje inclusivo, la derecha saca rédito de sus promesas de humo para hacernos creer que ellos tienen la solución a todo. Los causantes del problema como solución al problema. Y todavía habrá gente que creerá que cuando gobierne la derecha bajará el precio de la luz. Tururú.


jueves, 26 de agosto de 2021

La piel

Las frases hechas tiene el poder de convertirse en verdad cuando se visten en primera persona. Cuando es tu piel la que se ve invadida, tu alma la que se encuentra en batalla y tu cabeza la que busca un final para los malos sueños. Esas cosas que te dicen de cuando seas padre comerás huevos o que ser padre te cambia la vida, no son más que conceptos semánticos que terminas de desglosar cuando la paternidad te sobreviene, te abre los ojos y cambias tus prioridades por completo.

Cuando operan a un hijo tuyo, aunque sea una intervención menor, sus ojos acuosos se clavan en tu alma, su desconocimiento te crea una pena preventiva y su dolor es un puñal contra tu sentido de la responsabilidad. Cuando le dices eso de "me cambiaría por ti", lo dices de verdad, porque darías a pelo su dolor por tu salud, tu bienestar por sus lamentos. Y es que los refranes trabajan y aunque no haya mal que cien años duren, llega un momento de la vida en el que dejas de mirarte el ombligo para desviar la mirada hacia un centro de gravedad más pequeño. Su mirada es tu mirada, su miedo es tu miedo, su piel es tu piel.

jueves, 5 de agosto de 2021

Gestionando

"Seremos fascistas pero sabemos gestionar" dijo el alcalde Martínez Almeida en una de sus gloriosas intervenciones en la campaña electoral ante los comicios en la Comunidad de Madrid. Sin que se le subiera el vino a la cabeza, hizo creer al mundo ese mantra que de tanto repetirse parece hasta verdad y es que la derecha es más tecnócrata mientras la izquierda es más cainita.

Que la verdad no te estropee un buen titular, claro, y que una mentira, de tanto decirla, se convierta en verdad, porque para qué vamos a sacar las cuentas si queda mejor decir que la gestión de la izquierda se gasta en mamandurrias y la de la derecha en cosas serias cuando la gran realidad es que su política está dirigida a crear chiringuitos, darle dinero a los poderosos y desprestigiar cualquier servicio público para que las privatizaciones terminen tomando sentido e incluso razón de ser.

Durante los últimos meses, las principales gestiones han sido guardar vacunas y marear al personal con las citas, abrir centros de vacunación en empresas privadas con su correspondiente mordida, menoscabar la atención primaria hasta el punto de devaluarla casi por completo, cerrar la comisión de investigación en referencia a las muertes en residencias durante la primera ola de pandemia después de repetir por activa y por pasiva que aquello era culpa de Pablo Iglesias, quitar la bandera arcoiris del ayuntamiento y así dar a entender que Madrid no es una ciudad diversa, crear chiringuitos innecesarios para sus liberales de turno, abrir la estación de metro de Gran Vía con dos años y medio de retraso con vergonzante pasarela en escalinata incluida, liquidar Telemadrid con la aprobación de una normativa que acaba con cualquier objetividad en la televisión pública, aprobar una rebaja fiscal que beneficiará a las grandes fortunas convirtiendo Madrid en el paraíso fiscal español y, como no, prometer libertad a diestro y siniestro sin darle un solo euro de ayuda a la hostelería.

Gestionar no sé si saben, pero fascistas sí son un rato.

lunes, 2 de agosto de 2021

Agosto

Dicen que el que no se consuela es porque no quiere y que no hay mal que cien años dure. Yo me consuelo como puedo haciendo ver que en agosto se trabaja mejor que en ningún otro mes y que mi mal durará el tiempo que tarde el resto de gente de volver de sus vacaciones. Porque cuando uno afronta el primer día de trabajo el uno de agosto y comprueba que todas sus vacaciones de verano se han agotado, ha de tratar de hacer un esfuerzo por autoconvencerse de que julio ha sido la mejor opción y que cuatro semanas, con piscina por la tarde y fines de semana largos, pasan enseguida.

Además, siempre es mejor tener vacaciones que no tenerlas. Parece una perogrullada y una forma de mirarse el ombligo bastante fútil, pero hay gente que apenas tiene vacaciones y otros que ni siquiera tiene trabajo. Dentro de lo afortunado que soy ¿Por qué habría de quejarme por trabajar en agosto? Pues eso, que no lo voy a hacer. Además, las vacaciones junto a la familia han sido estupendas y aún tengo días pendientes de aquí a final de año para poder hacer alguna escapada.

Así pues, aquí te espero, agosto. Con tus atascos inexistentes, tus jornadas intensivas y tus tardes de asueto. Lo digo así, sabiendo que voy a trabajar mientras la gran mayoría de gente está de vacaciones: ojalá todos los meses del año fuesen como agosto. Seguramente todos los trabajadores seríamos mucho más felices.