martes, 30 de octubre de 2012

Entender o no querer

A lo largo de la vida nos vamos cruzando con personas que utilizan el lenguaje como mecanismo contrario a la comprensión social. A menudo nos hemos cruzado con chicas, profesores, o incluso madres, que han utilizado la contradicción para hacerte caer en la cuenta de que lo que querían de tí era todo lo contrario. El "me gustas sólo como amigo" quiere decir que te alejes de tu lado porque no te quiere ni ver, el "siga así fulanito y llegará a ministro" quiere decir que no estás dando un palo al agua y te adelanta que con la actitud actual lo más lógico es que termines viviendo debajo de un puente, y el "como tenga que ir yo" era la advertencia más severa de una madre a la hora de hacerte ver que ella no tenía que ir a resolver tus problemas pero que si llegaba el caso en que tenía que ser ella quien resolviese el conflicto, al final el zapatillazo era seguro y el escarmiento total. Por ello, debe ser complejo de madre, de mal profesor o de feo de la clase castigado a calabazas, se hace difícil de entender como un gobierno le recorta todos sus derechos a la ciudadanía con el fin de cubrir las deudas que ella no ha generado y ver como un ministro presenta unos presupuestos diciendo que son los más sociales de la democracia. La contradicción como mecanismo de comprensión. O simplemente el festival del humor. Entender o no querer.

jueves, 18 de octubre de 2012

La mano que mece mi cuna

Hay una mano que mece mi cuna. Hay una mano severa, de dedos firmes y nudillos angulosos que agarra el cordel y tira, y mi mundo se tambalea, y mis planes se desbaratan, y mis sueños se desmoronan. Hay una mano que dicta mis movimientos, que me obliga a tomar decisiones no deseadas, que me adelanta la hora del despertador, que me quiere dejar sin vida y me quiere robar los besos de mi hijo. Hay una mano con nombre de empresa que me da el doble de trabajo, al doble de distancia y por el mismo sueldo, y encima les tengo que dar las gracias. La crisis, lo llaman, abaratamiento de costes. Y la mano que mece mi cuna a punto está de lanzarme al vacío.

miércoles, 3 de octubre de 2012

Naturaleza

Se puede estar todo un año esperando una feria, se pueden contar los días, descontar los minutos, suspirar por segundos, se puede planificar una semana, salir un día de procesión, al día siguiente de pinchos y en el último desparramar una despedida. Se pueden pronosticar sonrisas o imaginar una lágrima, se puede saber que vienen las cámaras de la televisión al pueblo y ensayar una pose por si acaso el foco se fija en tu persona, se puede aclamar al Cristo, lanzar vítores al aire, comprar cohetes para hacerlos estallar en el cielo, esperar a la noche para ver los fuegos artificiales o esperar al amanecer para comprobar que sigues siendo un niño en la treintena. Se puede volver a besar, volver a gritar, volver a sonreir. Se puede recordar, añorar, planificar y estudiar. Lo que no se puede evitar es que la naturaleza te mande una tormenta y te mande con tus planes a tomar por saco. Se puede temer y se puede lamentar. Se puede llorar y se puede maldecir. Mucha gente esperaba este día y a mucha gente el día le esperó con nubes grises y agua torrencial. Los lamentos al muro y las reclamaciones al cielo. Tanto implorar a veces trae consecuencias.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

La voz del pueblo

Siempre fue más fácil que uno esté equivocado a que lo estén un millón, siempre fue más sencillo salir corriendo que afrontar los problemas, siempre se puso por delante el orgullo por encima del interés general, siempre se pusieron más defensas ante el miedo que ante la verdad.

El pueblo habla y el gobierno reprende. No tenemos armas, pero tenemos palabras; no tenemos violencia, pero tenemos la verdad. Y la palabra y la verdad siguen dando mucho miedo porque temen que acabemos con su silencio y con sus mentiras. Cuánto más nos peguen, más vamos a gritar. La voz del pueblo quiere ser escuchada.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

El demonio con peluca

Para un chico nacido en la transición y cuyos abuelos habían sufrido las heridas punzantes de la guerra, la palabra comunismo era escuchada como si el hombre del saco fuese a ir a visitarte en la oscuridad de la noche mientras dormías. El miedo, ese maldito monstruo que atenaza el pensamiento, hizo creer a todos los mártires psicológicos de la postguerra, que la palabra seguía siendo tenaza y que el puño en alto seguía siendo pecado. Por eso, cuando Carrillo cruzó la frontera para hacerse detener y levantar la voz por una idea y una promesa hecha a sí mismo, muchos abuelo señalaron la foto en el diario para denunciar la llega de el demonio con peluca.

Nadie de que ha participado en una guerra está libre de pecado. Las guerras implican sangre, muerte y destrucción y conllevan una derrota. La derrota de Carrillo fue el exilio, pero su losa más pesada tuvo de nombre Paracuellos. Supongo que sí, que como otros tantos activistas, Carrillo estuvo implicado en muertes; matar en una guerra es irrefrenable, pero es matar, nadie lo niega. Pero peor aún es matar en tiempos de paz. Durante años, este país vivió la infamia del asesinato descontrolado, del castigo desmesurado y del miedo atroz. Y hubo gente que levantó la voz para denunciarlo, aun sabiendo que su nombre quedaría ligado para siempre con el de un demonio al que temer y, sobre todo, al que odiar.

Pero ni Carrillo, ni La Pasionaria, ni tantos otros intelectuales como Alberti, eran enemigos de la patria. Quizá fuesen demonios, a su manera, pero no menos que otros tantos que también mancharon sus manos de sangre. Lo más trascendental de su regreso, aparte de la peluca y la detención, fue que le dejasen hablar y, sobre todo, que él también se sentase a escuchar. Aquel consenso hizo que España se diese la vuelta y dejase atrás la noche para volver a ver el sol. No se trataba de olvidar, ni de perdonar, sino de mirar hacia adelante, y aunque se hicieron mal muchas cosas, las que se hicieron bien fueron tan fructíferas que hoy, gracias a que Carrillo y sus enemigos supieron darse otra oportunidad política, gente como nosotros podemos discernir sobre dioses y demonios sin miedo a terminar con los huesos en una celda de la Dirección General de Seguridad.

La democracia implica que un tipo que fue perseguido durante cuarenta años y al que siempre se le guardó una bala en cada recámara, pueda morir en su cama, a los noventa y siete años, mientras duerme una siesta y después de expresar libremente lo que piensa. No se trata de olvidar, ni de perdonar, sino de mirar hacia adelante. Y hoy se trata de recordar y de agradecer y de homenajear a un hombre que quiso mirar hacia adelante cuando tenía todo el derecho a haber mirado hacia detrás.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Vuelta al cole

El desinterés es el enemigo de la evolución. Cualquier país debería basar su futuro en la escuela, en la enseñanza, en la educación. Lo que no se debe hacer, en ningún caso, es empezar la casa por el tejado, porque cuando se obvian los cimientos, no hay seguro que cubra el derrumbamiento y ante el "cerrado por derribo" no hay solución que nos lleve a una nueva apertura porque los que debieron aprender a diseñar la casa no tienen ni idea, ni interés, de cómo deben coger el papel.

España comienza su curso escolar más austero, más nimio, más desinteresadamente interesado para una clase política que mira hacia otro lado ante la fuga de cerebros y que tira balones fuera cuando se trata de programar la formación de nuevos genios que nos saquen del atolladero. España carecerá de genios porque los que puedan y valgan no querrán crecer aquí y a los que no puedan y lo intenten les dirán que no merece la pena perder el tiempo. La educación nunca será un gasto, sino inversión, pero eso nadie querrá saberlo porque con el tiempo se perderá el interés en el progreso y el desinterés apagará la llama de la escuela pública que entre todos mataron y ella solita se murió. Quien siembra dudas recoge desconfianza.

lunes, 30 de julio de 2012

Cuestión de educación

A nuestros hijos le enseñamos a insultar al árbitro de turno, a acelerar el coche cuando el vehículo de la derecha nos indica con el intermitente que se quiere incorporar, a tirar las servilletas al suelo cuando estamos en un bar, a no dar las gracias cuando te sirven un aperitivo con la consumición, a no cederle el asiento a la mujer embarazada en el metro, a no sostener la puerta abierta cuando alguien sale detrás de tí, a adelantar por la derecha cuando el carril izquierdo está colapsado, a dejar en el banco los restos del botellón, a no decir "por favor" cuando queremos solicitar algo, a no escuchar al ajeno cuando también tienen algo que contar. De esta manera puede ocurrir que cualquier día, alguno de nuestros hijos se encienda un cigarro en el coche y tire la colilla encendida por la ventanilla. Puede ocurrir que ese día ardan miles de hectáreas de bosque y nos echemos la mano a la cabeza. Y justo ese día es cuando deberíamos ser conscientes de todo lo que hemos hecho mal. Pero no para lamentarnos, sino para evitar que el error vuelva a repetirse. En realidad, todo es cuestión de educación.

lunes, 16 de julio de 2012

Españistán

El gobierno le sigue recortando a las clases más bajas mientras los mercados le dicen claramente que ese no es el camino, se sube impuestos a los que pagan religiosamente y se condonan las deudas de los que no pagan, una diputada grita "¡Que se jodan!" en el hemiciclo, el yerno del Rey, presunto culpable por corrupción, renueva su contrato con Telefónica, el hijo de la presidenta de la Comunidad de Madrid y el sobrino de un expresidente del gobierno, colocados en la empresa pública por un salario elevado mientras se rebaja el sueldo al resto de funcionarios y una oficina del INEM vende datos personales a un tal Paco. Todo esto en menos de una semana. Y seguiremos sumando, sí, porque esto es Españistán.

martes, 10 de julio de 2012

Cosas que siguen igual

Mi hijo sigue creciendo y sorprendiéndome cada día, mi mujer sigue siendo un ejemplo a seguir, España sigue siendo una referencia futbolística, el Atleti sigue sin fichar a nadie, la prima de riesgo nos sigue aplastando, los ajustes del gobierno siguen dirigiéndose hacia el ciudadano, el verano es caluroso, sigo levantándome pronto para correr los fines de semana, la báscula sigue dándome malas noticias, el tinto de verano de La Panza sigue siendo extraordinario y mi empresa me sigue estrujando hasta sacarme las últimas gotas de dignidad. Para bien o para mal, hay muchas cosas que siguen igual.

miércoles, 27 de junio de 2012

El país donde nunca pasaba nada

Existía un país donde nunca pasaba nada. Si su presidente del gobierno se negaba a dar explicaciones a la nación incumpliendo los establecimientos del principio democrático, no pasaba nada. Si el presiente del Consejo Superior de Poder Judicial se montaba viajes de lujo a costa de los presupuestos del estado, no pasaba nada. Si la ministra de sanidad decidía que los medicamentos que antes eran gratis ahora dejasen de serlo porque podrían ser sustituídos por otros remedios naturales igual de terapéuticos, no pasaba nada. Si la televisión pública caía en manos del poder y se utilizaba como elemento de propaganda política por encima de su obligación como elemento de información al ciudadano, no pasaba nada. Si varios presidentes de Comunidades Autónomas, alcaldes y concejales varios caían en la tentación de la corrupción y se marchaban del cargo con un insulto en la cara pero con las espaldas bien cubiertas, no pasaba nada. Si una Comunidad Autónoma reelegía para el cargo de presidente al mismo tipo que hizo la vista gorda mientras sus cargos repartían dinero por doquier a base ERES que se cargaban a costa del sudor ciudadano, no pasaba nada. Si un presidente se pasaba años negando una crisis sin hacer nada mientras millones de ciudadanos se veían abocados a la desesperación, no pasaba nada. Si otro presidente mentía impunemente y le hacía pagar la crisis a la ciudadanía después de haber jurado por lo más sagrado que nunca lo haría, no pasaba nada. Si un juez se saltaba la jurisprudencia para rozar la prevaricación e imputar a otro juez que tenía unas ideas contrarias a las suyas, no pasaba nada. Si no existía la justicia, no pasaba nada. Si se recortaba en Investigación y Desarrollo, en Sanidad y en Educación y los niños se veían abocados a la prehistoria educativa, no pasaba nada. Pero ojo, bastaba que la selección de fútbol ganase o perdiese un partido para que todo el país se echase a la calle, bien para celebrar o bien para reprochar. Entonces, sí que pasaba algo. Y luego se quejaban cuando les decían que tenían lo que merecían.

jueves, 14 de junio de 2012

Cualquier parecido con la realidad

En un pueblo viven seis personas; Antoñito, Benito, Carlitos, Dionisito, Emilito y Francisquito. Antoñito vende chamizos y tiene como empleado a Benito, a quien paga cinco monedas al mes. Carlitos es el encargado de guardar las monedas de Antoñito, Benito, Dionisito y Emilito. Dionisito trabaja en la vaquería de Emilito y cobra cuatro monedas al mes. El dueño del pueblo es Francisquito, quien cobra dos monedas al mes al resto de habitantes, dinero que él guarda en su propia caja fuerte. Una vez al mes, Francisquito debe abrir la caja fuerte para entregarle una moneda a Gerardito, el gestor de la comarca, a cambio de recursos para el mantenimiento del pueblo.

Antoñito paga religiosamente sus cinco monedas mensuales a Benito, le ha vendido un chamizo a Dionisito por veinte monedas que guarda en casa de Carlitos y, cada fin de mes, paga sus dos monedas a Francisquito por la utilización de sus bienes.

Benito cuenta sus cinco monedas e invierte una en la vaquería de Emilito a cambio de rentas futuras, paga dos monedas a Francisquito por la percepción de su renta y guarda las dos restantes en casa de Carlitos.

Emilito recibe una moneda mensual de Benito y gana otras diez monedas con la venta de leche en otros pueblos de la comarca. De las once monedas recibidas, paga cuatro a Dionisito en concepto de salario y dos a Francisquito por la utilización de sus bienes, y guarda las cinco monedas restantes en casa de Carlitos.

Dionisito, quien gana cuatro monedas al mes y paga dos monedas a Francisquito por la adquisición de inmuebles, le ha comprado un chamizo a Antoñito por veinte monedas. Pero como sólo tiene dos monedas para gastar, pide veinte monedas prestadas a Carlitos, quien se las presta a cambio de le devuelva cuarenta monedas en el plazo de veinte meses. De esta manera, en diez meses ya le habrá pagado las veinte monedas prestadas, debiéndole aún otras veinte monedas más.

Transcurridos los diez meses, y al comprobar que el negocio de Emilito ha prosperado, Carlitos invierte todo el dinero ajeno que guarda en su casa en la vaquería. Esto incluye las doscientas monedas que ha ganado Antoñito tras vender un chamizo al año, las dos monedas mensuales de Benito, las veinte monedas devueltas por Dionisito y las monedas mensuales derivadas de los beneficios de Emilito.

Pero una epidemia acaba con todas las vacas y Carlitos, con ello, pierde todo el dinero invertido. Antoñito, al no poder recurrir a sus ahorros, se queda sin dinero para poder comprar materiales y, al no poder construir más chamizos, tiene que despedir a Benito. Emilito, al perder todas sus vacas, se ve obligado a despedir a Dionisito, quien se queda sin renta para poder pagar el resto de su deuda a Carlitos, por lo que éste, a modo de contraprestación, se queda con su chamizo. Antoñito, obligado a afrontar pagos con sus proveedores, también pierde sus chamizos y se ve obligado a dormir en la calle junto a Benito, Emilito y Dionisito.

Carlitos tiene el chamizo de Dionisito y, además, mantiene su casa y sus propios ahorros, ya que perdió el dinero de todos los demás. Francisquito, agobiado tras comprobar que ya no recibe las dos monedas mensuales de Antoñito, Benito, Dionisito y Emilito, ruega a Carlitos que les preste parte de sus ahorros para que él pueda seguir costeando el mantenimiento del pueblo, pero Carlitos se niega a a entregar su dinero a nadie. Por lo tanto, Francisquito se ve obligado a solicitar a Gerardito parte del dinero que él mismo le había entregado, con la misión de poder repartirlo a los ciudadanos del pueblo con el objetivo de que el gasto vuelva a fluir. Pero Gerardito, que no se fía de la capacidad de gestión, de Francisquito, ni de la capacidad de administración del resto de vecinos, le entrega el dinero directamente a Carlitos con el objeto de que este lo gestione en consecuencia.

Carlitos, quien tiene una deuda con otros prestamistas de la comarca, gasta la mitad de lo recibido por Gerardito y guarda la otra mitad en previsión de lo que pueda pasar. Y, de esta manera, el dinero de Gerardito no llega nunca a Antoñito, ni a Benito, ni a Dionisito, ni a Emilito. Francisquito, al no obtener sus rentas, se ve obligado a abandonar el pueblo y Antoñito, Benito, Dionisito y Emilito se ven obligados a vivir entre desperdicios y ruínas mientras observan como Carlitos mantiene su casa, ocupa sus chamizos y sigue comprando vacas en el pueblo de al lado.

¿Os suena de algo toda esta historia?

lunes, 4 de junio de 2012

Papi

Un "te quiero" vale una vida, un "estás contratado" vale un mundo, un "bien hecho" vale una satisfacción, un "gracias" vale una sonrisa, un "por nosotros" vale una promesa, un "sí" vale un aplauso, un "no" vale una disculpa, un "perdón" vale un abrazo y un "tú puedes" vale una admiración. Pero ninguna palabra llena más el alma como escuchar decir "Papi" a tu hijo de dos años.

jueves, 17 de mayo de 2012

Dos veces mayor de edad

Recuerdo cuando cumplí dieciocho años. Entonces, una amiga que tenía y que se llamaba Elena (de la cual hace mucho tiempo que no sé nada) me regaló una camiseta del Atleti con la publicidad de "Marbella". Aún la conservo. Sus padres tenían una tienda de deportes y la pudo sustraer del almacén. Le salió gratis, sí, pero fue todo un detallazo por su parte. Era una época en la que los amigos eran la vida, el aire, el motivo. Los dieciocho años te invitan a comerte el mundo, a soñar a lo grande, a actuar, a beber, a celebrar, a ser un inconsciente. No me arrepiento de nada y tengo muy buenos recuerdos de aquella época. Ahora han pasado dieciocho años más y hoy cumplo treinta y seis. Se puede decir que soy dos veces mayor de edad. Tanto tiempo esperando aquellos dieciocho y tanto vértigo con estos treinta y seis al comprobar todo lo que ha quedado detrás. Pero por delante aún tengo una vida, una mujer maravillosa y un hijo que es un fenómeno mundial. No me quejo. Ya no me regalan camisetas del Atleti, pero sigo teniendo a mucha gente dispuesta a encender el teléfono a las siete de la mañana y enviarme decenas de mensajes de felicitación. Gracias a todos ellos sigo siendo joven. Con menos ganas de comerme el mundo, menos soñador, más pasivo, más controlado y menos inconsciente. Pero igual de feliz que cuando cumplí dieciocho.

miércoles, 9 de mayo de 2012

Cuando un momento trascendente se presenta

Cuando un momento trascendente se presenta se aprietan los dientes, se encoje el estómago, se cierran los ojos, se funden los oídos, se eriza la piel y se seca la boca.

Mi momento trascendente se presentará esta noche y tendrá forma de partido de fútbol.

¡Vamos Atleti!

martes, 8 de mayo de 2012

Esto es España

El trabajador ve recortado sus derechos, el jubilado ver recortadas sus prestaciones, el enfermo se muere siendo un número más de lista de espera, el inmigrante se muere porque no tiene derecho a ser un número, el estudiante no puede aprender todo lo que quisiera, el jóven no obtiene ayudas, el parado se muere de asco, los pequeños comercios apagan la luz, el consumo baja, la prima de riesgo se dispara y el ciudadano resetea el disco duro de sus sueños.

Sin embargo, un banco obtiene beneficios, reparte suculentos dividendos entre los miembros de su cúpula directiva y, sin embargo, como no ha hecho los deberes pesa a asfixiar a millones de ciudadanos y dejar sin techo a otros tantos, recibe una inyección de diez mil millones de euros de las arcas públicas.

Sí señores, esto es España.

miércoles, 2 de mayo de 2012

Ya no hay amigos

El tiempo pasa, los hijos crecen, las canas salen, las arrugas aparecen y los amigos desaparecen. Intentas un último amago de conciliación y las respuestas son cantos al aire, a ver si quedamos, pues eso, cuando queráis, decid día y hora, eso, eso, tenemos que quedar. Pero nadie se moja. En el fondo, nadie quiere quedar. Empiezo a temer que yo tampoco. No sé, será que me está costando tanto aceptar la realidad que estoy terminando por disuadirla. Ya no hay amigos, sólo hay un pasado.

martes, 24 de abril de 2012

Niño rico, niño pobre

El niño rico dice "ay", su padre le monta en el mercedes, visitan la clínica privada, le hacen tres pruebas en una hora, a las dos horas tiene un diagnóstico, por la tarde entra en quirófano, por la noche duerme sedado, a la semana siguiente recibe el alta y en un mes está sano después de una rehabilitación intensiva.

El niño pobre dice "ay", su padre, a quien todos los meses le descuentan en nómina un seis coma cuatro por ciento de su sueld en favor de la Seguridad Social, llama a una ambulancia, después de media hora de espera le trasladan a unas urgencias saturadas, se muere de dolor mientras espera en una silla de plástico rodeado de gente enferma, a las cuatro horas le llaman para hacerle una radiografía, le remiten al médico de cabecera con quien consiguen una cita a última hora del día siguiente, este les remite al especialista con quien consiguen una cita a cuatro meses vista, le aplazan para unas pruebas que le harán en el transcurso de los dos meses siguientes, un mes después ya tiene un diagnóstico y cuando quiere entrar en quirófano, la enfermedad ha avanzado tanto que le producirá secuelas de por vida. Ni siquiera tendrá derecho a un fisioterapeuta de hospital puesto que el gobierno ya no subvenciona rehabilitaciones.

El niño rico dice "no sé" y su padre le matricula en el mejor colegio bilingüe de suiza. Con un millón al mes por delante, el chico tendrá derecho a tutorías personalizadas, exigencia académica de primer nivel y aprobados forzosos y forzados tras el debate interno de las posesiones de su padre. Una vez licenciado, tendrá acceso a la mejor universidad de Estados Unidos, donde su padre podrá costearle tres máster en dirección de empresas y, cuando regrese a casa con su Porsche nuevo y sus treinta años recién cumplidos, obtendrá un sillón en el Consejo de Administración de la empresa de papá sin que ninguna referencia pueda empañar su falta de experiencia profesional.

El niño pobre dice "no sé" y su padre se ve obligado a privarse de la cerveza de los domingos para pagarle una academia donde, con suerte, podrá aprobar la asignatura que más tenga atravesada. No podrá tener tutorías personalizadas puesto que el colegio en el que estudia ha despedido a ocho profesores interinos y el claustro se ha quedado sin maestros suficientes para atender a tantos alumnos. Ante la demanda del ministerio, el profesor de matemáticas se ve obligado a dar clase de música y el de lengua a dar clase de inglés. Cuando salga al mercado laboral, el pobre chaval solamente sabrá decir "hello" y lo hará por cortesía. No tuvo la oportunidad de aprender con un profesor nativo y competente. A pesar de haber sacado siempre una media de seis o siete, el estado no le concedió una beca universitaria al no haberse consagrado como alumno de élite, y eso que pasó más de la mitad de su vida machacando codos bajo la luz de un flexo mientras su hermano pequeño dormía en la cama de al lado. Al no poder costear el precio de las tasas universitarias, se tuvo que conformar con estudiar un módulo de administración. Ahora es un contable de perfil bajo que gana ochocientos euros al mes y no tiene oportunidad de progresar porque su experiencia es insuficiente para optar a cargos de mayor responsabilidad.

El niño rico dice "me aburro" y su papá le compra un coche nuevo y le regala, para su cumpleaños, un dúplex en la urbanización con piscina y pista de pádel. No te preocupes por la hipoteca, hijo, que papá corre con los gastos. Mientras acude a sus clases de élite en las que el dinero cuenta más que el conocimiento en los exámentes, el chaval se dedica a montar fiestas en el jardín y a invitar a su sala de audio y vídeo a sus mejores amigos para echar partidas a la consola o para ver los últimos estrenos en alta definición. Como no puede perder el tiempo en minucias, le deja todo el trabajo del hogar a su chacha interna de origen dominicano quien le recoge y limpia la casa y le lava y plancha la ropa para que pueda vestir elegante cada día cuando va a comer y a cenar a los mejores restaurantes de la ciudad.

El niño pobre dice "me aburro" y se tiene que conformar con seguir compartiendo un cuarto de ocho metros cuadrados con su hermano pequeño a pesar de haber cumplido ya treinta años. El gobierno canceló las ayudas al alquiler para jóvenes y sus sueños de independencia se agotaron el día en el que el casero le aumentó el precio del alquiler y se dio cuenta de que en los bolsillos no le quedaba más tela para rascar. Acudió al banco porque había visto un pequeño piso de treinta metros a precio desorbitado y tuvo que abandonar humillado el despacho del director porque le habían dicho muchas gracias y no queremos volver a verle. Su novia terminó por dejarle porque le suplicaba algunos momentos más de intimidad y ni siquiera tuvo la opción de llevarla de viaje porque las subidas del carburante le hacían imposible viajar más allá de los perímetros de la ciudad. Para colmo, con la subida del IRPF, ni siquiera podía guardarse esos últimos veinte euros de fin de mes para invitar a su chica a ver una película y comerse una hamburguesa.

El niño rico y el niño pobre se cruzaron en el paseo. Uno tenía una cita con la agencia de viajes y el otro tenía una cita con la entidad de crédito. En el bar de la esquina, en el televisor encendido del fondo, el gobierno hablaba de recortes en sanidad, en educación y en ayudas sociales. Y sin mirarse a los ojos los dos supieron a quién le estaban dando por culo y a quién le importaba un carajo lo que el gobierno hiciese con el dinero que recaudaba.

lunes, 16 de abril de 2012

Seguimos dando ejemplo

Hemos sido el mal ejemplo recurrido por Sarkozy a lo largo de su campaña electoral en pos de revalidar su mandato como presidente francés ¿Queréis acabar como España? Les decía a sus seguidores en alusión a darle el voto al partido socialista. Las cifras son escandalosas: tasa de paro histórica, prima de riesgo en valores de rescate, inflacción por las nubes..., pero debe ser que no pasa nada.

Fuimos el mal ejemplo para Mario Monti, ese tecnócrata izado al poder como salvador de la economía italiana que alardeó de haber realizado todos sus deberes en contra de lo que había hecho España. Es decir, no realizarlos. Ninguneó las medidas, infravaloró los ajustes y criticó los recortes. Pero debe ser que aquí no pasa nada.

Hasta ayer, la imagen que España daba al mundo era de un país en caída libre, suplicando ayuda y con el agua al cuello por culpa de unos políticos ineptos, unos banqueros avariciosos y unos empresarios aduladores. Pero eso era ayer. Hoy la imagen es otra. La imagen es la de nuestro Rey posando junto a un trofeo de caza: un elefante de varias toneladas de peso. Esa es nuestra imagen moral frente al mundo ante todo lo que está cayendo. Debería decir que tenemos lo que nos merecemos, pero yo no me merezco todo esto. Ni yo, ni la mayoría que estamos pagando este caos sin haber hecho absolutamente nada por generarlo. Chanza y pandereta lo llaman. Hijoputismo y sinvergüencería también.

jueves, 12 de abril de 2012

Aquel balón Mikasa

Maldito el día en el que le pregunté a mi padre quién era ese tal Luiz Pereira cuya rúbrica estaba serigrafiada en un balón de reglamento Mikasa que me regalaron en uno de mis primeros Reyes Magos. Maldita aquella respuesta dándome a conocer la historia de un defensa que sonreía con dientes blancos como la nieve cada vez que sacaba el balón de la cueva tirándole un caño al delantero rival ¿Cómo no me iba enamorar de ese equipo? El amor se convirtió en obsesión y la obsesión me llevó a la influencia emotiva en un grado extremo; un simple resultado me puede convertir en un tipo feliz o en un tipo apagado. Huelga decir cómo está mi ánimo hoy. Si hubiese evitado aquella pregunta en mis inocentes cuatro años, quizá hoy no estaría pasando uno de esos días en los que no quiero ver, ni oir a nadie.

martes, 10 de abril de 2012

Semana Santa

La Semana Santa en Urda es una procesión colmada de tambores que tañen al aire sonidos de reverberación, es un paso lento y una vista rápida, es santiguar la imagen, soplarle al frío, guardar silencio, apretar una mano y sentir un beso entre la multitud. La Semana Santa en Urda es una docena de churros recién hechos, es un café caliente y un pincho de bacalao en el bar, es un horno de pan caliente, un juego de miradas, un paseo hacia el presente, un regreso al pasado. La Semana Santa en Urda es una torrija empapada en leche caliente, es un hornazo tierno y es azúcar contra el paladar, es un banquete diario, es un potaje a mediodía, es la sonrisa de mi padre con un manojo de espárragos en cada mano, es un cuenco de arroz con leche de los de toda la vida. La Semana Santa en Urda es el sonido del silencio a las once de la noche, es una trompeta rompiendo la monotonía, es el viento que azota los tejados, la lluvia que arremete contra los cristales, el ronquido de una siesta, el sonido de un gol en un partido de media tarde, el crepitar del fuego junto a la familia, el chasquido de unos besos al saludar, el ceño fruncido y la promesa al despedirse. La Semana Santa en Urda es un año en la piel, una cana más en el pelo, una arruga más en la frente, una carne que se pone de gallina ante el sonido de la banda municipal, un canto de alegría en mitad de la tormenta, la sensación de que el tiempo se para y la familia sigue en el mismo lugar de siempre. Volver es necesario porque los reencuentros son parte de nuestra nostalgia y la nostalgia es el recuerdo de la felicidad.

martes, 3 de abril de 2012

Suma y sigue

La cifra de paro suma y sigue. Como si de un concurso de méritos se tratase, los gobiernos de España se han turnado en la palestra para seguir señalando con el dedo al más pobre y tratando de convertirlo en más pobre aún. La cifra de cinco millones achecha y todos ponen cara de empate. A mí no me miren. Unos culpan al gobierno anterior y otros a las reformas actuales ¿Quien paga el pato? El de siempre.

El amor por los recortes estatales suma y sigue. Le tienen tanto cariño a los defraudadores de impuestos que incluso les han ofrecido una amnistía tributaria. Eso sí que mola ¿Por qué no ofrecen amnistías bancarias a quien no puede pagar sus créditos porque le ofrecieron un crucero de lujo y ahora se hunde con el Titanic de la crisis? Puestos a tener amigos, mejor los que me puedan reportar influencias antes de los que me puedan aportar remordimientos. Qué cosas tengo ¿Existe la mala conciencia en la clase política? El valor, al menos, en la mili se presuponía ¿Y quién paga el pato? El de siempre.

La sinvergüencería de mi jefe de obra suma y sigue. Le sigue importando un comino si la gente tiene familia, hijos y ganas de aprovechar el tiempo. Si a mí no me importa trabajar hasta las doce, debe pensar ¿Por qué ha de importarle a los demás? Eso sí, para llegar al trabajo que mejor hora que las once de la mañana y para entregar las cosas a tiempo que mejor manera de hacer las cosas a destiempo ¿Y quién paga el pato? Aquí todos ya saben la repuesta: el de siempre. "Uséase", servidor.

viernes, 30 de marzo de 2012

A disfrutar del fin de semana

Para este fin de semana voy a proponerme olvidarme de todo. Tengo mucha facilidad para desconectar mi vida personal de mi vida laboral y eso me ha costado años de autoconvencimiento, autoanálisis y autoayuda. Todo me lo he tragado solito, todo porque no he querido amargarle a nadie la vida con mis paranoias. Bueno, hubo una vez que sí lo hice. Hubo una época en la que me llevaba el trabajo a casa, no de forma física pero sí de forma mental y me volví un huraño malhumorado que pagaba los platos rotos con quien tenía menos culpa. Pero me conciencié de que no debía ser así. Y hoy que es viernes volveré a poner en marcha mi conciencia e intentaré disfrutar del fin de semana olvidando lo que tengo por delante. La semana que viene tengo cierre mensual y el jefe de obra, para variar, aún no ha tocado otra cosa que no sean sus huevos. Será una semana larga, plagada de malas caras y maldiciones entre dientes. Pero eso será la semana que viene, ahora toca pensar en Urda, donde hace más de dos meses que no he regresado y en celebrar el cumpleaños de mi hermano aprovechando que estos días se dejará caer por allí. Lo que esté por venir ya vendrá.

martes, 27 de marzo de 2012

Lo que deben pensar en Alemania

Imaginad que encendéis la tele para ver un telediario, abrís un periódico para leer las noticias o sintonizáis la radio para escuchar el boletín informativo y os enteráis de algo parecido a esto: "Dos policías alemanes se van de fiesta con un coche oficial en su día libre y, a su regreso, atropellan a una turista española que iba tranquilamente en bicicleta, dándose a la fuga y quintuplicando el límite legal de alcohol en la prueba realizada una vez fueron detenidos".

¿Vosotros que pensaríais? Pues ahora imaginad lo que deben pensar en Alemania de nosotros.

lunes, 26 de marzo de 2012

Toque de atención e incomprensión

Las empresas dedicadas a hacer encuestas a troche y moche, de tanto jactarse en su fiabilidad, se han quedado de pasta de boniato al comprobar que, en Andalucía, no han dado ni una. Todas se aferraban a sus datos para proclamar que sí, que esta vez el Partido Popular gobernaría la única autonomía que aún se le resistía, pero fue que no, que esta vez, Arenas, y ya van cuatro, tendrá que regresar a su cortijo para planificar la estrategia de oposición. Y es que este varapalo, no es más que un toque de atención para aquellos gobernantes que se han empeñado en que nosotros, hijos de vecino y puntuales tributantes, paguemos una crisis que no hemos provocado. Los andaluces, aún en su precariedad económica y su tasa de paro han ido a las urnas para poner freno a una sinrazón que nos está deprimiendo día sí, día también.

Esto por un lado, pero por el otro, y vistos los resultados ¿Acaso no es capaz la gente de perdonar los errores? El PSOE ha incurrido en la corrupción en uno de los casos más escandalosos de nuestra democracia. La secretaría de empleo de la junta pagó ingentes cantidades de dinero por despidos fraudulentos a gente de su cuerda. Dinero de los andaluces, de los españoles, de toda esa gente que nos levantamos con el alba y regresamos con la luna para poder llegar a fin de mes a duras penas. El chófer del subsecretario de empleo reconoció la semana pasada que se gastaban veinticinco mil euros de las arcas públicas al mes en drogas y prostitutas ¿Se le puede renovar el voto de confianza a esta gente? Parece ser que sí. La sinrazón no tiene límites y España sigue siendo España.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Me gusta el fútbol, pero...

Me gusta el fútbol, pero hay ciertas cosas que no se pueden consentir. No se puede consentir que los clubes de la liga profesional le deban más de setecientos millones de euros al fisco y otro tanto, que aún no se ha hecho público, a la Seguridad Social. No se puede consentir que los presidentes críen niñatos en la opulencia y se vayan de rositas ante el impago y que cualquier ciudadanito de a pie se vea obligado a cargar con las responsabilidades de una crisis o a afrontar un embargo si no es capaz de hacer frente a las deudas con hacienda. Hacienda no somos todos, hacienda está formada por un montón de pardillos a los que no nos han dado otra opción que no sea la de tragar, callar y seguir tragando.

Me gusta el fútbol, pero si hay que mandar a tomar por culo a nuestra liga para que todos salgamos limpios de esta crisis que nos está ahogando, pues se manda a la mierda y punto. Con más o menos nivel, me seguiría gustando el fútbol. En eso no tengo remedio.

martes, 13 de marzo de 2012

El hijoputismo existe

¿Qué es el hijoputismo? Pues llana y simplemente el comportarse como un hijo de puta. 

Hacer cosas tales como aceptar un cargo de consejero en una gran empresa cuatro meses después de dejar un ministerio con el mayor índice de déficit de la historia de España y, a pesar de cobrar un sueldo millonario, no querer renunciar a la paga vitalicia que otorga el haber sido diputado durante siete años. El ejemplo se llama Elena Salgado.

Hacer cosas tales como estrujar al trabajador, justo la persona que menos culpa tiene de la crisis que ellos mismos, en connivencia con los bancos, han generado y que nos está ahogando hasta dejarnos sin aire. Quitarnos derechos, aumentarnos obligaciones, mandar al paro a cinco millones de personas y asfixiar laboralmente a los quince millones restantes y tener la cara dura de decir que en España, lo que hace falta, es trabajar más horas. El ejemplo se llama María Dolores de Cospedal.

Está claro que la crisis no es igual para todos. Ellos se escudan en su nombre, en su posición, en su burbuja de poder. Se esconden de la realidad para lanzar mierda mientras los restos nos salpican por el cuerpo. Sufrimos, lloramos, nos lamentamos y nos vemos obligados a levantarnos cuando ellos mismos nos han puesto la zancadilla. Y en vez de pedirnos perdón u ofrecernos una mano, nos vuelvan a empujar al barro. Estamos en manos de hijos de puta.

lunes, 12 de marzo de 2012

Ocho años después

Han sido más de una las ocasiones en las que he tenido que agachar la cabeza por sentir vergüenza de los comportamientos de ciertas personas de nuestro país. Especialmente esos que votamos para que nos representen y que no hacen otra cosa que lanzarse reproches como si permaneciesen en una absurda batalla de improperios en el patio de un recreo escolar. Han pasado ocho años desde que España sufrió el atentado más terrorífico de su historia y aún hoy, cuando hay que rendir homenaje a ciento noventa y dos víctimas, ni unos ni otros son capaces de ponerse de acuerdo para darse la mano y llorar conjuntamente. Es vergonzoso que los intereses predominen por encima de la muerte. Es asqueroso que por la memoria de ciento noventa y dos inocentes tenga que predominar la palabra de esos imbéciles que solamente saben jugar a decirse "y tú más".

jueves, 8 de marzo de 2012

La esclavitud moderna

La esclavitud, como paradigma del abuso, la violencia y la explotación, se abolió en el mundo occidental hace ya algunas décadas. Desde que se aprobó la declaración de los derechos humanos, términos tan deleznables como extorsión, trata o abuso, son considerado como delito. Pero las calles están llenas de tipos que trampean la realidad, que gustan de mostrar autoridad, que cuanto más hablan menos valen porque su palabra es apología de la esclavitud.

Hace poco vi un anuncio, no recuerdo de qué país, en el que un hijo lloraba asustado cuando su padre iba a despertarle por la mañana ¿Quién es este hombre al que nunca veo? Llevo varios meses perdiéndome los mejores momentos de mi hijo, es el precio que hay que pagar para conseguirle un techo y un plato de comida. Lo triste del asunto viene no ya cuando apenas le ves, si no cuando no le ves. Llevo toda la semana llegando a casa cuando el pequeñín está dormido y madrugo tanto que tampoco me da tiempo a verle despierto.

Esa es la esclavitud moderna. La de empresarios sin látigo pero con la espada de Damocles siempre penduleando sobre nuestras cabezas y la de tipos que son meros números; estadísticas que engrosan un resultado y parte interesada aunque desinteresante del mismo. Si el resultado es bueno, ni las gracias. Si el resultado es malo, váyase a casa y no vuelva. Y encima, me dicen todos, que tengo que dar gracias. Faltaría más.

miércoles, 7 de marzo de 2012

El anuncio de Nenuco

Las transformaciones vitales, el río de la evolución, el paso de las etapas hace que te vayas sintiendo más o menos identificado con ciertos aspectos, momentos o imágenes. Me viene a la mente ahora un anuncio actual de televisión en el que una madre se levanta desganada y anda medio zombie por el pasillo para atender el llanto de su bebé. Por el camino va pensando en todas aquellas cosas que renunció a cambio de ver crecer a su hijo; adios a las siestas, al cine, a las cenas, a salir con los amigos... Cuando parece que todo es un lamento, la imagen ofrece una amplia sonrisa del niño y el pensamiento se torna por completo. "Pero hay momentos que lo cambian todo".

Llevo dos años sin dormir como a mi me gustaría, dos años sin ir al cine, dos años sin planificar un fin de semana para nosotros. Todo podría parecer una pesadilla, como si estuviésemos encerrados en una cárcel de plomo. Pero no es así. Es ver la sonrisa del pequeño y saber que esos momentos lo cambian todo.

jueves, 1 de marzo de 2012

Como si nada

El quince mayo del año pasado, surgió un movimiento espontáneo alimentado en las redes sociales que lanzó a la calle a miles de jóvenes y proclamó un decálogo de propuestas que cayeron en saco roto. El gobierno de Zapatero, más pendiente de hacer caso a Bruselas que a sus ciudadanos, les dio un golpecito en la espalda pero se taponó los oídos para no dejar que el ruido estropease sus planes. El plan, a grosso modo contado, es que no tenía plan, sino obligaciones impuestas por Europa con el fin de que redujese el déficit y evitase que España, con un producto interior bruto muy considerable, entrase en una barrena que se llevase por delante a toda Europa.

No pasó nada. Los ecos del 15-M comenzaron a silenciarse y Zapatero pagó sus errores con una derrota electoral histórica. Pero el cambio, como muchos nos temíamos, no iba a ir a mejor. En aquel decálogo de jóvenes ninguneados (vagos perroflautas con ganas de incordiar según algunos medios ultras), figuraban obviedades tales como la reforma de la ley electoral, presión fiscal sobre las entidades bancarias, supresión del Senado, limitación de privilegios y auditoría de las concesiones públicas ¿Se les hizo caso? No ¿Quién paga las consecuencias? Nosotros.

En lugar de meter la tijera en su casa y en la casa de sus mecenas, el gobierno ha optado por el camino más sencillo; recortar derechos al ciudadano. El país se puesto patas arriba y algunos valientes ha vuelto a salir a la calle. Trabajadores y estudiantes protestan contra las reformas porque están contra la injusticia al igual que lo estaban aquellos perroflautas del 15-M. Pero el gobierno como si nada. Éste, igual que aquel, les dará un golpecito en la espalda y se taponará los oídos para no dejar que el ruido estropee sus planes. El problema de no escuchar a quien te lo pide es el de sorprenderse cuando la revolución se vuelve insostenible. Dicen en mi pueblo que el que avisa no es traidor.

martes, 28 de febrero de 2012

El nido vacío

Las leyes de la vida son tan duras como inexcrutables. Ninguno podemos escapar a la ley de la evolución, y como las cucarachas del anuncio, estamos destinados a nacer, crecer, reproducirnos y morir. No hay más. Uno planifica sus momentos, aglutina sus recuerdos y, al final, termina llorando sus soledades. Nada termina porque siempre hay algo que vuelve a empezar, lo realmente bonito es saber enlazar una nueva experiencia con la siguiente.

Mis padres nos criaron en su regazo, a los tres, y nos dio todo lo que pedimos. Así fue la vida de nuestros padres, una generación marcada por la postguerra que hubo de vivir en un puente; de un lado estaban sus padres, de otro, sus hijos. Hubieron de vivir para ambos sin pararse a preguntar por qué nadie vivió por ellos. Mano de obra primero y educadores después. Repartieron tanto que a veces duele pensar que puedan irse sin nada.

Pero no es así. Tienen el cariño eterno de sus hijos y la admiración incomparable de todos aquellos que les rodean. Hace un par de semanas, mi hermano pequeño decidió recoger sus cosas y poner fin a su primera gran etapa vital; se emancipaba. En los ojos de mis padres pude ver la añoranza de un tiempo que no regresará y la explosión de sentimientos encontrados por ver en sus ojos la misma mirada que ellos mismos tuvieron el día que dejaron su casa.

La soledad es mala compañera de viaje. El síndrome del nido vacío implica recuerdos pasados y tristes realidades presentes. Lo peor es no saber asumir que la vida pasa y ninguno escapamos a sus dictados. Lo mejor es saber que siguen siendo los referentes de todos aquellos niños que un día serán como ellos y resaltarán con orgullo el ejemplo que para ellos han significado sus padres.

jueves, 23 de febrero de 2012

Ya no estoy para algunos trotes

El último fin de semana regresé, una vez más, a los carnavales de Ciudad Rodrigo para pasar un par de días de fiesta rodeado de un par de buenos amigos a los que solamente veo muy de vez en cuando. El motivo, ver a los amigos, es más que suficiente como para rechazar un fin de semana de paz en Urda y hacer el petate con la misión de repetir pasadas hazañas. Y hubo alguna hazaña, pero no hubo repetición. No la hubo porque uno ya no está para ciertos trotes. El día pintaba claro, salí a pecho descubierto, me bebí media fábrica de Mahou y un cuarto de la última destilación de Ribeiro. Pasamos a cubatas como quien pasa de sopa a garbanzos y la noche me cazó descubierto, borracho y agotado. Las consecuencias, que siempre se pagan, fueron una noche toledana, una amigdalitis de caballo y un trancazo de aúpa que llevo arrastrando toda la semana. Y es que, como he dicho en más de una ocasión, hay una edad para cada momento.

martes, 21 de febrero de 2012

El enemigo es un vago

Valencia, mañana soleada, el frío invierno aún cala huesos pero la primavera parece querer asomar sobre los tejados. En el asfalto un grupo de jóvenes reinvindican su derecho a una educación de calidad y en el ambiente se escucha el sonido de las sirenas. Hay gente, la gran mayoría, pacífica, otros, reprochados por estos, se dedican a dar la nota. Media docena de tontos hay en todas las ciudades. La policía desenfunda, pega y después, si acaso, pregunta. Inquirido el jefe de policía de la ciudad sobre la actuación, el ínclito se refiere a los manifestantes como "el enemigo". Estos malditos revolucionarios que se levantan contra el sistema ¿De qué se quejan?

Madrid, tarde apaciguada, los neones salpican las calles y las luces de freno se acumulan, un día más, sobre el asfalto de la M-30. En una conferencia ante asiduos y otros planificadores de la ruptura del estado de bienestar, José Luis Feito, directivo de la patronal, aboga por quitar la prestación por desempleo a toda aquella persona que rechace el primer empleo que se le ofrezca. Así, sin más. Estos malditos vagos que no quieren trabajar. Cinco millones nada más.

El enemigo es un vago. Aquí solamente trabajan los políticos, los empresarios y los altos cargos del Estado. Y los banqueros, claro. Ellos son los que abogan por nuestro bienestar. El resto, pobres ignorantes, parias de un país medio muerto, somos unos desagradecidos que no tenemos perdón porque aún no hemos ido a sus despachos a que nos perforen el culo. Un país de vagos, putas y maricones ¿Les suena? Hace muchos años, para "limpiar de basura" las calles, se aplicaba la "Ley de vagos y maleantes". Todos a callar y a tragar, y a dejar que la extrema derecha vuelva a llamar a nuestra puerta.

jueves, 16 de febrero de 2012

Reforma laboral

Hubo un tiempo en el que este país estaba encerrado en una urna de cristal. Nadie podía alzar la voz y quien se atrevía a desafiar el poder terminaba con los huesos rotos y la carne entumecida sobre el suelo de una fría celda de Carabanchel. Hubo un tiempo entre cobardes en los que hubo valientes que levantaron el puño y decidieron que era hora de cambiar el curso de la historia.

Marcelino Camacho murió hace dos años con la conciencia tranquila y el recuerdo plagado de dolores. Fueron muchos golpes sobre la cabeza para obligarle a no seguir pensando, pero lo hizo, y gracias a sus reivindicaciones y a las de un puñado de valientes que le acompañaron cogidos de su mano, la clase obrera de este país pudo gozar de unos privilegios que hasta entonces habían sido inimaginables.

¿Para qué sirvió todo aquello? ¿Dónde estaría hoy Marcelino Camacho? Seguramente muerto de vergüenza al ver que sus sucesores no han movido un músculo para evitar que el currito pague una crisis que no ha provocado. Los bancos seguirán con sus desfalcos, los cargos públicos innecesarios chupando del bote y los coches oficiales gastando combustible sobre un asfalto pagado con nuestros impuestos ¿A nosotros quién nos ampara? Ya no hay Marcelinos, nadie puede evitar que nos jodan con mayúsculas. NOS ESTÁN JODIENDO VIVOS.

miércoles, 15 de febrero de 2012

Jubilación

A todo el mundo le llega el día de mirar hacia detrás y decir basta. La vida es larga, aunque se nos pase volando, y en su discurrir nos presenta mil opotunidades para elegir un camino. Hace años, sin embargo, hubo un tiempo en el que los caminos, como los del señor, eran inexcrutables; solamente había una opción: sobrevivir, y para conseguirlo, generalmente, debías ser valiente.

Mi padre se marchó a Madrid con dieciocho años recién cumplidos, sin ningún estudio y las manos encalladas de trabajar en el campo desde los siete años. Llevaba el petate cargado de ilusiones y vacío de contenidos. No había dinero, ni ropas, ni un futuro claro. Peleó por subsistir en trabajos mal remunerados que le aniquilaban la espalda y sin descanso volvía a levantarse para seguir buscando su lugar en el mundo.

Han pasado cuarenta y siete años desde aquello y ahora le ha llegado el momento de mirar hacia detrás y decir basta. Con sesenta y cinco recién cumplidos puede sentirse orgulloso de sí mismo. Aprendió un oficio, siguió dejándose la espalda en obras donde el frío y el calor no eran una opción si no un inconveniente obligatorio y crió tres hijos a los que pudo pagar una educación y enseñar unos valores.

Así ha sido la vida de millones de hombres que nacieron en la postguerra y hubieron de luchar contra el hambre, la miseria y la orfandad para salir hacia adelante. Su sonrisa de hoy es nuestro premio y nuestra admiración perpétua su recompensa. Disfrutar el último tramo es su merecido premio.

lunes, 6 de febrero de 2012

Romper con el pasado

Para una persona al que la nostalgia le emborracha, los reencuentros le emocionan y los recuerdos le sirven de musa, romper con el pasado se convierte en un ejercicio de imposible ejecución. Para un partido político al que el fracaso le señala, las dudas le corroen y los errores le colocan en la diana de la crítica, romper con el pasado debería convertirse en decreto de obligación.

El sábado volví a reecontrarme con mis compañeros del colegio. Han pasado veintidós años desde aquel mes de mayo de 1990 en el que nos dijimos hasta luego y emprendimos caminos dispares. Hoy, entrados en la treintena y con los ojos húmedos por la memoria, nos volvemos a abrazar como si no hubiese pasado el tiempo, volvemos a sonreir como si no hubiésemos dejado de ser cómplices de nuestros secretos y volvemos a citarnos para más adelante porque seguimos sintiéndonos una familia aún en la distancia.

Ese mismo día, el PSOE volvió a reencontrarse con sus fantasmas. No había otra opción; o era el pasado de la vieja guardia o era el pasado de la más vieja guardia. Ganó esta última y nadie parece quedar contento. Quizá porque, enfrascados en la sumisión de la derrota, el partido no ha entendido que solamente existen rivales al otro lado del hemiciclo, que los errores no deben volver a repetirse y que el valor no se mide solamente cuando se enseña la cabeza, si no también cuando se esconde.

Es por ello que a mí me sienta tan bien no romper con el pasado y, sin embargo, a los socialistas les hace tanto daño la misma decisión. Yo ya cometí todos mis errores y ahora puedo presumir de querer reírme de ellos. Lo suyo es más serio; si siguen fallando seguirán sumidos en la derrota y este país, enfrascado como está, en la peor crisis de historia, necesita una oposición de verdad, no una vieja escuela donde todas las lecciones ya han quedado olvidadas.