El Mocho Team nació en la segunda mitad de la década de los noventa. Los amigos del barrio entonces teníamos entre catorce y diecisiete años y nos reuníamos a escondidas en las gradas del polideportivo para bebernos unos litros de calimocho los sábados por la tarde. No había dinero para más y en nuestra precariedad hicimos pacto con el señor Luis, el tendero del barrio. Este, más dado al negocio que a la prohibición, nos vendía botellas de dos litros de calimocho fresquito que nosotros habíamos encargado previamente y, a cambio, le dábamos unas monedas y el nos correspondía con su silencio. De tanto beber calimocho pasamos al apócope fácil y empezamos a llamarlo, simplemente, mocho. "Unos litros de mocho para esta tarde, o ¿Qué?", era la pregunta más manida tras los partidos interminables de los sábados por la mañana. Y allí íbamos nosotros, una docena de mocosos con pretensiones y sin vuelo, a bebernos nuestros mochos mientras contábamos nuestros primeros escarceos con las chicas.
Llegó la hora de hacer un equipo de fútbol para participar en las ligas de Getafe y el recurso fácil fue aplaudido por todos. Había nacido el Mocho Team Fútbol Sala. El a posteriori, simplemente, Mocho Team, fue creciendo como grupo y como manojo de anécdotas. La juventud nos pilló por sorpresa y pasamos a la madurez juntos hasta que cada uno inició su camino y terminamos por separarnos. Todas las historias bonitas tienen un triste final y, aunque la mayoría de nosotros nos seguimos viendo en bodas y otras fiestas de guardar, la simbiosis que formamos durante todos los sábados de aquellos cinco o seis años no se volvió a repetir. Por ello, los reencuentros saben a lágrima y sonrisa cuando son tan deseados. El pasado viernes, ocho de nosotros volvimos a reunirnos bajo un barril de cerveza para rememorar viejos tiempos. Han pasado años y hemos ganado kilos. La economía ya nos da para cubatas y el mocho del señor Luis es un bonito recuerdo y una excusa perfecta para volver a iniciar una historia. Puede ser el principio de un triste final o el principio de una bonita historia. En nosotros está el volver, o no, a reescribirla.