martes, 30 de octubre de 2018

Puturrú de fua






En una época en la que la perversión se medía en versos y el escándalo se instalaba las nocheviejas con el pezón de una cantante italiana, cualquier estribillo pegadizo, por absurdo que fuese, se convertía en éxito casi inmediatamente.

Cuando aquellos tres tipos vestidos de bañador y de nombre extraño aparecieron por primera vez en la televisión, la gente no tardó en dejarse engatusar con el estribillo que repetían sin cesar. "No te olvides la toalla cuando vayas a la playa". Aquel uo, uo, salalá, ye, ye, ye ye se convirtió por acción sin omisión en la canción del verano. Y aún hoy, cuando echamos la vista atrás y recordamos nuestras pequeñas frikadas de antaño, nos cuesta poco sonréir cada vez que alguien habla de una toalla en verano y en nuestra cabeza empieza a sonar aquella absurda canción que hizo famosa un trío que se hizo llamar Puturrú de fua. 

lunes, 29 de octubre de 2018

Reencuentros

Nada tan satisfactorio para el ego del alma que volver a reencontrarse con viejos amigos. El camino vital es tan individualmente inescrutable que resulta imposible caminar en paralelo junto a todas las personas a las que aprecias. Por ello, mientras las vicisitudes del destino nos van separando, vamos manteniendo el contacto a través de un teléfono y prometiéndonos, una y otra vez, volver a vernos más pronto que tarde.

Como las promesas, las más de las veces, se ven condicionadas por nuestros propios compromisos, vamos letargando nuestros reencuentros hasta que llega un momento propocio que no se puede esquivar. Beni es uno de los amigos que encontré gracias a Juanra, el tipo con quien mejor compenetro del mundo. Beni, jerezano con solera y vividor con montera, es fiel seguidor del Real Betis Balompié. Bastó una llamada y un acuerdo. "Pablo, el día veintiocho de octubre, juega el Betis en Getafe ¿Te apuntas?".

Dicho y hecho. Sólo faltaba la fácil tarea de convencer al resto de chavales de la pandilla del carnaval del toro. Fueron presa fácil. Ayer por la mañana volví a ver a algunos de mis mejores amigos. Esos que el tiempo te va prestando y tú vas sabiendo sacar provecho. Gente sana, noble, sincera. Buena gente. La despedida fue menos traumática porque sabemos en menos de un mes nos volveremos a ver. Será en Segovia. Será un nuevo capítulo de nuestra amistad.

viernes, 26 de octubre de 2018

La cocina del CIS

No convendría fiarse del todo de las encuestas del CIS. Generalmente, suelen ser sesgadas en cuanto  a que terminan siendo cuantificadas por el gobierno de turno. Normalmente se mueven en una u otra esfera en relación de si interesa o no llamar al voto. Recuerdo una antes de las anteriores, y casi interminables, elecciones generales, en las que Podemos acusaba un aumento de la intención de voto que le ponía muy por delante del PSOE y casi a la par del PP. Entonces los informativos comenzaron a bombardear con Venezuela y la encuesta tuvo su efecto llamada. La gente de derechas de toda la vida votó en masa al PP y la gente de izquierda votó al PSOE temiendo que el efecto Podemos sólo fuese gaseosa tal y como ocurrió. Y así estamos hoy, con el PSOE en lo más alto, pero con un porcentaje bajo, muy lejos de la mayoría absoluta, y el resto de partidos jugándose las porciones restantes del pastel. Apostaría a que si hubiese elecciones mañana, Ciudadanos no iba a quedar por encima del PP. Igual me equivoco, pero mi percepción es que el CIS cocina para que otros se lo coman.

jueves, 25 de octubre de 2018

La playa del Gurugú

En el verano de 2001 el Getafe Club de Fútbol buscaba su identidad planificando sus visitas a los campos de la Segunda División B. Inmerso una grave crisis económica y con un nuevo estadio al que no accedía ni un cuarto de su capacidad en cada partido de domingo, el nuevo técnico, Felines, había confeccionado una plantilla bastante bien dotada en el aspecto técnico y con serias aspiraciones de liderar el grupo de cara a regresar, por cuarta vez en su historia, a la Segunda División del fútbol español.
Entre los componente de la plantilla se encontraba Sebastián Gómez Garrido, futbolísitcamente conocido como "Sebas". El defensor central, que ya había fichado por el equipo durante el verano anterior, se reincorporaba a la plantilla después de una exitosa cesión en el Gandía. Este futbolista de perfil bajo, que había pateado campos de tierra y barro en busca de un sueño, regresaba a Getafe con la promesa de sentirse un futbolista importante por primera vez en su vida.
Corrían los últimos días del mes de agosto cuando el entrenador decidió dar unos días de asueto a sus chicos en pos de que se despejaran y olvidasen, por unos momentos, toda la tensión competitiva que estaba a punto de echárseles encima. Faltaba una semana para que comenzara la liga y Sebas viajó a Castellón para pasar unos días con la familia y alternar un par de noches con sus amigos de toda la vida. Junto a la playa del Gurugú, tomaba unas copas en un pub cuando se fijaron en un grupo de chicas. No le costó demasiado esfuerzo compenetrar con una de ellas y proponer un plan nocturno sobre la arena de la playa. Eran las cuatro de la mañana cuando la pareja retozaba en la arena y cuando un desconocido se acercó para orinar en la oscuridad.
Todo sucedió demasiado rápido. Sebas se levantó enfurecido, acusó al desconocido de mirón y le persiguió hasta darle caza y soltarle dos puñetazos en el rostro. El otro se echó atrás, sacó una pistola, disparó tres veces y salió corriendo antes de comprobar como su agresor caía inerte sobre la arena dejando un río seco de sangre que le nacía del pecho. Le habían perforado la arteria aorta con una bala.
El desconocido, quien tiró la pistola al mar en el puerto mientras corría en busca de un lugar donde protegerse, terminó confesando su crimen a la mañana siguiente. Igual que Sebas, también venía de Madrid, e igual que Sebas, también disfrutaba de unos días de permiso. La situación se enmarañó aún más cuando se dio a conocer que el tipo era un policía en activo que pasaba unos días de vacaciones en Castellón y caminaba por la calle con el arma reglamentaria bajo el pantalón.
A Sebas le quedaban dos semanas para cumplir los veintiséis años, tres mil personas salieron a las calles de Vila-Real para darle el último adiós y sus afectados compañeros del Getafe portaban el ataúd que terminaría sepultado para siempre en una tumba, igual que aquellos sueños que dibujaron a un joven ilusionado como un futbolista importante por primera vez en su carrera. El incidente unió aún más a la plantilla que aquella temporada firmó unos registros históricos y ascendió a la Segunda División. Fue en la primavera del año siguiente, unos meses después de que Ángel Torres accediera a la presidencia del club. El equipo, el estadio y la ciudad se acordó de Sebas. Un par de años más tarde el Getafe ascendería a primera y el recuerdo de Sebas se fue borrando mientras otros ídolos iban llenando el corazón de los aficionados.
El policía que disparó contra Sebas fue condenado a cuatro años de cárcel y a pagar una multa de ciento veinte mil euros. La familia, que consideró que la vida de Sebas tenía muy poco valor para la justicia, recurrió la sentencia alegando trato de favor por parte del tribunal. Son los litigios oscuros de la realidad. La justicia se paga con injusticia y las agresiones se pagan con la vida. Desde hace once años hay un recuerdo en Getafe para un chico que quiso ser defensa titular y no llegó a debutar con el primer equipo. El recuerdo se apaga y las balas siguen ardiendo en la conciencia de quienes obviaron la verdad. Quizá él no hubiese jugado nunca en Primera, pero si alguien hubiese optado por denunciar una agresión antes de consumar una macabra venganza, seguramente Sebas aún estaría vivo y recordaría a aquella chica que le acompañó a la playa del Gurugú en los últimos días de agosto.

miércoles, 24 de octubre de 2018

Bloqueo

Todos tenemos una afición, un talento sobre el que cimentamos nuestros sueños. A mí me gusta  escribir. Hace tiempo que abrí varios blogs, pero por causas laborales y familiares, hube de abandonar varios de ellos. Ahora voy compilando, poco a poco, los textos de allí en este humilde espacio. Pero hay otro blog al que tengo mucho aprecio y no he sido capaz de dejar. Es mi blog de pequeños relatos. Durante los últimos diez años, igual que he hecho con este espacio, he ido actualizándolo con mayor o menor periodicidad, siempre que el tiempo libre me respetase. Lo que me ocurre ahora para no ser capaz de actualizarlo es eso que llaman el bloqueo del escritor. No quiero parecer pedante por nada del mundo. Sé que no soy escritor y, probablemente, jamás llegue a serlo por más que en mis ratos libres escriba relatos y amagos de novelas que jamás verán la luz. Pero casi siempre he tenido facilidad para idear historias, algunas cotidianas, otras fantásticas, otras imposibles, pero historias al fin y al cabo. Ahora llevo semanas sin capaz de sacar algo decente de mi cabeza, y me estoy desesperando. Ahora sé lo que sienten los que viven de esto cuando las musas niegan la visita en el momento que más las necesitan.

martes, 23 de octubre de 2018

El punto de no retorno

Hubo un día en el que nos avisaron, pero hicimos como que no pasaba nada. Los prados seguían verdes, los veranos seguían siendo agradables y en invierno hacía frío, como siempre.

Otro día nos advirtieron, pero tampoco hicimos nada. Empezamos a reírnos del calor, a jugar con la nieve de marzo, a cambiar los campos por centros comerciales.

Ahora ya no sirve que nos amenacen. Los noticiarios se llenan de imágenes de inundaciones, sequía que asolan un continente, huracanes que destrozan islas, tsunamis que arrasan archipiélagos.

Ya no sirve de nada.

Estamos en el punto de no retorno.

viernes, 19 de octubre de 2018

Valentino Rossi

El talento es una virtud inherente en el ser humano. Todos estamos dotados para algo en particular, muy pocos son los dotados para algo espectacular. Cuando el miedo y el riesgo son asumidos como dos factores implícitos en la profesión, es cuando el piloto se siente en su hábitat natural. Durante muchos años, no hubo nadie capaz de superar el talento de Valentino Rossi sobre una motocicleta. Durante muchos años, ejerció su tiranía sobre el mundia del Moto GP mientras terminaba cada carrera, siempre, con una sonrisa.

jueves, 18 de octubre de 2018

Comer y dormir

Decía un antiguo compañero de trabajo, en una de sus típicas frases soeces, que los placeres de la vida eran cinco: cagar, follar, mear, comer y dormir, y todos por este orden. Sin detenerme a analizarme escatológicamente y considerando que mi vida sexual interesa poco, voy a centrarme en esos dos placeres que nos conducen a la gula y a la pereza, dos de los pecados capitales por los que dice la Iglesia, Dios sería capaz de catapultarte hasta el infierno.

Una vez escuché a alguien en la televisión decir que no se fía de la gente que no disfruta con la comida. Comer es un placer sublime, una sensación de deseo tan primitiva que nos conduce a la desesperanza. En general, como nos vamos acondicionando como tipos cualitativamente exquisitos, vamos escudriñando momentos hasta que encontramos la calidad, pero más de una nos mostramos tan insaciables que sólo nos conformamos con la cantidad. Saborear, masticar, engullir. Y así una y otra vez, día tras día. Picar, comer, volver a picar. Y es que el puto gusanillo nos incordia tanto que nos convierte en esclavos de nuestras propias pretensiones.

Lo de dormir es otra historia. Generalmente somos capaces de aguantar el sueño si estamos entretenidos en algo que nos divierte o nos interesa. El tema surge cada mañana cuando suena el despertador. Durante mis vacaciones o días libres suelo levantarme más o menos temprano porque me gusta aprovechar el día. Entonces, si en los días laborables me acuesto más o menos pronto ¿Por qué me molesta tanto el sonido del despertador a las seis y media de la mañana? Todos luchamos contra nosotros mismos por esa porción de tiempo extra llamada cinco minutos más, todos pagaríamos parte de nuestro sueldo, en ese momento, por poder quedarnos en la cama. Dormir hasta hartarse es un placer. Un placer supremo. Lo ideal sería que, como en vacaciones o días libres, la hartura la pudiésemos marcar nosotros.

miércoles, 17 de octubre de 2018

No hay dinero

Puedo llegar a entender, que no a compartir, las reticencias de los partidos de derecha a los presupuestos presentados por el gobierno. Puedo llegar a entender, que no compartir, los argumentos esgrimidos por los economistas más conservadores a la hora de analizar el impacto que estas medidas sociales podrían tener en nuestra economía. Puedo llegar a entender, que no compartir, el análisis en frío de la gente de a pie que nos sigue anunciando el apocalipsis. Sí, puedo entender que nos han comido la cabeza con las recetas anti crisis y que para el tipo que consume telediarios de prime time, sea más importante la estabilidad nacional que el estado de bienestar cuando no terminan de darse cuenta de que uno siempre debe ir ligado al otro.

Nos dicen que si gastamos más de lo que podemos, no podremos devolver la deuda y se volverá a disparar el riesgo de la misma, nos dicen que no tenemos y que las medidas, más por populistas que por realistas, se llevarán por delante la economía porque los pequeños empresarios no podrán soportar la subida del salario mínimo. Nos dicen que el Estado no puede dar más ayudas de las que ya da porque nos recetaron austeridad y debemos cumplir unas premisas.

Nos dicen, al fin y al cabo que no hay dinero.

No hay dinero.

Y de repente nos ponemos a investigar y conocemos que el coste de la corrupción le ha venido costando al Estado más de cien mil millones de euros, que el coste del rescate a la banca, la misma que cortó el crédito y dejó en la calle a millones de españoles, ascendió a sesenta mil millones de euros de los que el Estado dio por irrecuperables su totalidad, que el coste del rescate de unas autopistas fantasma fue de dos mil millones de euros y que el dinero estatal de subvenciones a la iglesia, quien no paga impuestos por la mayoría de sus propiedades, es de doscientos cincuenta millones de euros anuales.

El coste del incremento de los Presupuestos Generales del Estado con las nuevas medidas sociales aumenta en cuatrocientos millones de euros.

Y claro, no hay dinero.

martes, 16 de octubre de 2018

Roma no paga traidores

Viriato fue el general lusitano que encabezó la rebelión contra Roma cuando esta intentó conquistar Hispania en el siglo III A.C. en el marco de la segunda guerra púnica. Después de varias victorias sonadas y tras haber capturado, y perdonado la vida a cambio de paz, al jefe militar Fabio Máximo Serviliano, fue traicionado por sus discípulos Audax, Ditalcos y Minuros quienes aceptaron oro a cambio de asesinar a su general mientras dormía. Una vez realizado el trabajo y con las manos manchadas de la sangre de Viriato, fueron a reclamar su recompensa a Quinto Servilio Cepión, nuevo jefe militar romano en la zona y hermano del derrotado Serviliano y este les recibió con lanzas y con una frase que era una declaración de intenciones de los valores del imperio. "Roma traditoribus non premiat", o lo que es lo mismo, "Roma no paga traidores". De esta manera, Viriato fue incinerado en loor de multitudes y sus asesinos fueron enviados al patíbulo condenados por traición. Así pagaron la muerte de un héroe y la paz de un imperio.

lunes, 15 de octubre de 2018

Listas

A veces me pregunto si no me parezco demasiado, en la manera conceptual, a Rob Fleming (Rob Gordon en su versión cinematográfica), dada mi afición a las listas. No me puedo considerar un melómano al nivel de Rob, pues mis gustos musicales son mucho más sencillos y mis conocimientos, mucho más limitados, pero tiendo a generar listas de todo aquello que tengo pendiente de hacer o de comprar. Tengo una lista de series pendientes de ver, otra de películas pendientes de descubrir, otra de rutas pendientes de realizar y otra de cosas pendientes de comprar. De vez en cuando genero otra que termina en el traste o, simplemente, en el vertedero de mi cabeza. Soy un tipo al que le gusta planificar pero que tiene muy poco tiempo para cumplir sus expectativas. Y el tiempo, como el inexorable juez que nos termina poniendo en nuestro sitio, sigue pasando y sigue corriendo a mil por hora. Las listas, como los sueños, terminarán incumplidas, pero al menos quedará la ilusión pendiente de cumplir y la expectiva convertida en realidad cada vez que tache alguno de los objetivos cumplidos.

miércoles, 10 de octubre de 2018

Saliendo de la cueva

La sorpresa es el factor visible de lo inesperado, el gesto espontáneo ante lo inconcebido, la alarma natural ante lo no planeado. Cuando dejamos de lado las preocupaciones, cuando creemos que vivir es pisar el cielo, cuando creemos que los ataques ajenos son semilla sin germinación, es cuando aparecen las sorpresas y, muchas veces, es cuando lamentarse ya no sirve de nada.

En una sociedad desestructurada, desinformada, desculturizada y desapropiada, es donde nacen los grupos ultra. La semilla germina fácil; basta con hacer creer a la gente en el apocalipsis, en la ruina y en la remisión. De esta manera, los enemigos de la extrema derecha se clasifican rápidamente: Homosexuales, feministas e inmigrantes. Y toda la izquierda, claro está. Esa que ellos llaman radical sin pararse un segundo a mirar su ombligo.

La ultraderecha está aquí. Realmente, nunca se ha ido, sólo que durante años ha vivido amparada bajo el paraguas azul del Partido Popular. Todos los nostálgicos del régimen, que eran muchos, le votaban a ellos, ahora el voto se dispersa y se reparte en base a un programa. A la derecha está el Partido Popular, un poco más a la derecha está Ciudadanos y a la derecha de todos, está Vox.

Todos son una y medios y poderosos lo saben. Ellos nunca se han ido, solamente estuvieron resguardados en una cueva.

martes, 9 de octubre de 2018

El manillar de triatleta




Los veranos de los años ochenta eran Tour de Francia y playa. La playa, para los madrileños, solía reducirse algún lugar de la costa valenciana y el Tour de Francia, para los españoles, era Perico Delgado, con sus glorias y sus miserias.
El Tour de 1989 nos volvió a poner sobre la realidad de lo que era Perico Delgado como ciclista. Era un escalador excelso, un loco de los descensos que alternaba días de almohadilla con otros de puerta grande. Cuando en aquel prólogo de Luxemburgo le vimos llegar a la línea de salida con casi tres minutos de retraso, todos supimos al instante que aquel año, como en otros atrás, nos iba a tocar la de arena.
Fue un Tour extraño, sin un patrón claro y con dos ganadores de la carrera jugándose el pan hasta la última semana. Cada segundo arañado por Lemond era respondido con un ataque feroz de Fignon. Todo ello hasta que, a cuatro jornadas del final, Fignon dejó a sus rivales camino de Villard de Lans y dejaba prácticamente sentenciada la carrera. De nada sirvió el intento de un desesperado Lemond durante la etapa posterior. El francés ya saboreaba el título y se mostraba arrogante ante los ojos del mundo.
La mañana del veinticuatro de julio los españoles nos levantamos con unas imágenes que dañan nuestro orgullo patrio. El altivo Fignon, molesto por la presencia de una cámara de Televisión Española en la estación de tren donde arriva el equipo Super U, lanza un escupitajo contra el objetivo mientras pone ojos de demonio. Con ello, Fignon se convirtió, de repente en el villano de todo un país. Y cuando alguien tiene un villano su primer objeto es desear su derrota.
La etapa final era una rara avis en una carrera tan tradicional como el Tour de Francia. Veintiún kilómetros contra el crono separaban Versalles de París. Poco después de que todos los corredores tomasen la salida, pudimos comprobar un nuevo elemento revolucionario que, a la postre, terminó por cambiar la historia. Fignon, con todo su desarrollo puesto, pedaleaba a golpe de riñón mientras sujetaba sus manos en los extremos del manillar y dejaba que el viento peinase su pelo rubio. Lemond, por su parte, se sujetaba sobre un manillar en forma de arco sujeto sobre la parte central de la bici. Encorvado, y rodando a una velocidad mayor, cortaba el viento gracias a su postura y a un casco con forma de pico en sus extremos.
La exhibición de Lemond se convirtió, por derecho propio, en uno de los mayores acontecimientos del deporte de nuestra infancia. La desventaja de cuarenta y un segundos la tornó en una ventaja final de cuarenta y nueve, lo que le permitió ganar el Tour por ocho segundos de diferencia. Cuando vimos a Fignon derrotado, en el suelo, no pudimos evitar esbozar una maliciosa sonrisa. Nos encanta encontrar villanos y, aún más, nos encanta ver como terminan siendo derrotados.

lunes, 8 de octubre de 2018

Persiguiendo sueños

La vida es una sucesión de planes. Un encadenamiento de sueños cumplidos y otros pendientes de cumplir que intercalamos con todos aquellos fracasos o fantasías que nunca serán realidad. Una de cal y otra de arena. Y así discurrimos por el mundo. Así nos intentamos asimilar a nosotros mismos. Y como preferimos ser Apolo antes que Dafne, perseguimos sueños al tiempo que solo hacemos recuento de aquellos que hemos conseguido alcanzar. La vida, en fin, es una colección de fracasos entre los que se cuela la conciencia, porque más allá del logro, nos convencemos a nosotros mismos de que no es lo mismo hacerlo que intentarlo. Y el que lo intenta al menos, es el que gana. O eso creemos. Aunque sea mentira.

martes, 2 de octubre de 2018

Como si nada fuese contigo

El arte de actuar como si nada fuese contigo es fácil de ejecutar en la teoría, pero muy difícil de llevar a cabo en la práctica, porque precisa de dosis iguales de indiferencia, desvergüenza y desfachatez. No todos somos capaces de mostrarnos indiferentes ante la crítica, desvergonzados antes las acusaciones y sin tacto ante las realidades. Cuando las conjeturas van más allá de las proposiciones, es cuando nos encontramos en la encrucijada. Allí, mientras la prudencia pide esperar, los que actúan como si nada fuese con ellos, eligen un camino al azar y siguen caminando con la cabeza alta, aún con toda la duda de si el final del camino tendrá premio o castigo, porque su integridad va antes que su dignidad.

Las explicaciones del ministro de Ciencia son tan soslayadas que da la impresión de que es indiferente a la crítica, desvergonzado ante la acusación y sin empatía ante las pruebas. Él sigue por su camino trazado y las sociedades pantalla seguirán tributando una parte correspondiente a su patrimonio. Y aquí paz y después gloria. Todos a lo nuestro y ellos a lo suyo porque realmente, parece que nada fuese con ellos.

lunes, 1 de octubre de 2018

La curva de Acireale

Juan Manuel Santisteban, natural de Ampuero y vecino de Colindres, era el mejor gregario del equipo Kas y el equipo Kas era el mejor equipo del pelotón. Con una carrera profesional que databa desde 1970, después de asombrar a Cantabria y ganar carreras amateurs incluso montado en una bicicleta de paseo, firmó con Kas en 1974; el gran Kas, el equipo que dominaba las carreras con puño de hierro. Su función, en primera instancia, era la de ayudar en carrera al líder del equipo, José Manuel Fuente, el tipo al que apodaron "El Tarangu" y que era un caballo salvaje cuando la carretera se ponía cuesta arriba. Pero Santisteban era algo más que un gregario, era un corredor combativo que peleaba victorias parciales y, muy de vez en cuando, alzaba los brazos en señal de victoria. En aquel 1974 en que firmó con Kas, ganó la general de la Vuelta ciclista a Asturias, para alegría de sus paisanos que se volcaron en las carreteras del principado vecino para darle su aliento, una etapa en la Vuelta a España y una etapa en la siempre prestigiosa Dauphiné Liberé, aquella carrera clásica en la que los favoritos a la victoria en el Tour de Francia afilaban sus piernas en busca de la gloria estival.
A Santisteban le gustaba arrancar de lejos; era fuerte, constante, un animal del plano. Su pundonor le levantaba del sillín y le hacía apretar los dientes para encontrar el premio de la victoria, casi siempre en solitario. Siempre felicitado por los rivales quien veían en él a un tipo íntegro y, ante todo, a una buena persona. La temporada de 1976 comenzó en Andalucía, en esa carrera invernal en la que el sol del sur se agradece tras los amaneceres gélidos. Allí ganó una etapa y de allí pasó a otras carreras en las que su oscuro trabajo de gregario le impidió ganar parciales aunque no reconocimiento. La última etapa de la Vuelta a España fue una contrarreloj; se disputó en San Sebastián y Santisteban, que ya iba como una moto, quedó tercero a doce segundos del vencedor, el alemán Thurau. El plan de preparación física iba según lo esperado; el objetivo era llegar al Giro a tope de fuerzas e intentar la gloria del vencedor parcial en alguna de las etapas.
El Giro de Italia de 1976 comenzó en Sicilia. A Santisteban, como al resto de españoles que formaban el pelotón, Sicilia le evocaba escenas de "El Padrino" y asuntos de la "Cosa Nostra", pero en mayo, Sicilia, al igual que el resto de Italia, es ciclismo en estado puro. El país se paraliza para vivir el Giro y como tal, las carreteras de la isla estaban plagadas de tifossi aquel veintiuno de mayo. La carrera, lanzada por los galgos italianos, iba cerca de Acireale, una pequeña ciudad al norte de Catania y Santisteban, al igual que otros de sus compañeros, fueron obligados a parar para esperar al hombre fuerte del equipo, José Antonio González Linares. Quedaba claro que aquel no era el día del Kas. Kilómetros antes, Galdós había roto la bici y Martos, otro de los cántabros del equipo, se había visto obligado a esperar para ayudarle a reintegrarse en el pelotón. Y ahora era Linares, otro cántabro, un corredor con un buen punch final que estaba capacitado para poder dar la sorpresa en los últimos kilómetros, quien pinchaba y se veía obligado a buscar la ayuda de sus compañeros de equipo. El trío cántabro, Linares, Martos, Santisteban, junto a Carlos Ocaña, ponen un ritmo brutal en busca del pelotón, pero de ellos, Santisteban es el más fuerte. En uno de los relevos, pone una marcha imposible de seguir y es avisado por sus compañeros. Le mandan parar. "Piano, piano", que para eso estamos en Italia, y Santisteban baja el pistón, espera y mira atrás. Ese es su gran error; mirar atrás.
Mientras busca con la mirada a sus compañeros de equipo no puede ver como una botella tirada en la carretera se interpone en su camino. Mientras toma una curva abierta, con Acireale a sus espaldas, la rueda delantera tropieza con el obstáculo, seguidamente la bicicleta se tambalea, Santisteban no puede mantener el equilibrio y cae aparatosamente. En el primer impacto se fractura el brazo, la pierna y varias costillas; todo un destrozo en el lado izquierdo de su cuerpo. El segundo impacto es peor, rebotado por el asfalto y con una inercia ya imparable, va a parar de cabeza contra el suelo. El impacto es letal y la muerte es inmediata.
Sus compañeros se detienen, el público se tapa los ojos, los médicos tardan en llegar. El caos es total y las noticias no pueden ser más nefastas. Desde 1952, cuando Orfeo Ponsin se había dejado la vida en el asfalto, ningún ciclista había muerto en la disputa del Giro de Italia. Santisteban, de treinta y un años, casado y con dos hijos, es la segunda víctima en la historia de la carrera. El drama es enorme, sus compañeros están desconsolados y las escenas son sobrecogedoras. Ese mismo día, ocho mil personas se juntan en Catania para rendir homenaje al corredor en un funeral improvisado. Tras recibir un millar de muestras de afecto, el equipo Kas decide seguir en carrera, creen que es el mejor homenaje que le pueden dar a su compañero, el tipo que irradiaba energía y que era el amigo de todos. Diecinueve victorias como profesional engalanaban su palmarés.
El vuelo 366 de Alitalia, procedente de Roma, aterrizó en Barajas dos días después. Allí esperaba una multitud; directivos, familiares, amigos y un desconsolado Luis Puig, el patrón del Kas. Delante del ataud de pino, lo primero que ven salir del avión es la bicileta rota, con las ruedas torcidas y el número "56" aún colgando de la parte delantera del cuadro. A la escalerilla de acceso se acercan los más cercanos acompañados de un sacerdote e improvisan una breve ceremonia antes de embarcar rumbo a Bilbao. El Consejo Superior de Deportes le impone la Medalla de Plata al Mérito Deportivo a título póstumo y el pueblo de Colindres se prepara para recibir los restos de su héroe.
El funeral fue emotivo; toda la Cantabria ciclista se concentró en Colindres, allí estuvieron Fuente y Trueba, presente y pasado del ciclismo español más glorioso, allí estuvieron sus vecinos, su viuda, sus hijos y allí se derramaron lágrimas y se fraguó un recuerdo imperecedero para uno de esos tipos anónimos que el deporte se empeña en aparcar en el olvido.
Aún hay muchos que no le olvidan. En Colindres, cada año celebran una marcha ciclista en su memoria y en Acireale, junto a una curva abierta y tras el asfalto gris, se levanta un monumento de piedra negra en honor a Juan Manuel Santisteban, el ciclista, el gregario, el amigo que se dejó la vida en el primer día del Giro de Italia de 1976. Aquella etapa también la ganó en solitario.