lunes, 21 de febrero de 2022

Antonio Díaz Miguel

Pocos equipos nos han emocionado tanto como la selección española  de baloncesto que logró la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles. En una época en las que las medallas se contaban con los dedos de una mano y casi siempre sobraban dedos, una plata era todo un hito.

Aquel tipo bajito, con gafas y con pinta de abuelo moderno, ya llevaba allí veinte años cuando nosotros lo descubrimos. Hubo una madrugada en la que jugamos como nunca y sí, por una vez, ganamos. Fue aquel partido en Los Ángeles contra Yugoslavia, un país que a los más pequeños nos sonaba por Delibasic, aquel tipo desgarbado al que nosotros recordábamos por anotar puntos como loco vistiendo la camiseta del Real Madrid antes de que Drazen Petrovic apareciese para bajarles todos los humos.

Aquel equipo, dirigido por el abuelete de las gafas, nos hizo perder el sueño en un agosto de 1984. La medalla de plata conseguida fue de tal calibre que tuvieron que pasar muchos años para que otra gran generación, la comandada por Gasol, Navarro y compañía, hiciese sombra histórica a aquel equipo de leyenda dirigido por Antonio Díaz Miguel.

lunes, 7 de febrero de 2022

Disciplina de partido

Una de las mayores falacias de la democracia es la de hacer creer que votamos a una lista cuando en realidad lo hacemos pura y llanamente por un partido. Viene esto a relucir porque cada vez que tomamos una papeleta y la metemos en el sobre, todos pensamos inmediatamente en el líder del partido cuando lo que estamos votando es a los representantes de nuestra provincia. Todo este cuento de purpurina tendría su final feliz si realmente cada diputado representase los intereses de su provincia, pues de esta manera se vería un debate enriquecido y con muchas zonas, solamente recordadas en tiempos de campaña, adquiriendo la importancia que merecen y les corresponde.

Podría darse caso, entonces, de que un diputado votase en conciencia rompiendo la disciplina de su partido por el simple hecho de que la ley que se vota interfiere en los beneficios de su provincia. Sería lógico e incluso productivo porque al fin y al cabo les votamos para que nos representen territorialmente. El problema es que la política se ha convertido en un juego de trileros en el que el no permanente impera siempre sobre el quizá. Y así, en grupo y sin fisuras, todos los diputados votan en bloque, más allá de sus conciencias, porque es lo que manda el partido y es lo que requiere la situación.

No me convence del todo la nueva Reforma Laboral y como tal me parece lícito que haya diputados que, en su conciencia, puedan votarla en contra, siendo de un color u otro, ojo, porque por el mismo motivo estoy seguro de que algunos en la bancada azul y verde preferían esta Reforma a una posterior pactada sin contar con la parte empresarial. El problema viene cuando engañas y mientes ante la luz y los taquígrafos. La disciplina de partido se cumple cuando hay un acuerdo tácito y tú, en mayor o menor medida, te muerdes los puños y aceptas a regañadientes. Hasta ahí todo podría ser normal, el problema es romper con todo por sorpresa y dejar a los tuyos y al gobierno en calzoncillos por un puñado de lentejas.

No sé que recorrido político tendrán Sergio Sayas y Carlos García Adanero. Si aceptan el cometido y dejan sus actas se verá cual es su ambición respecto a su supuesta mácula ideológica. Si se marchan como héroes verán su currículum limpio de manchas, ahora, si regresan y el color que los acoge es distinto al de UPN, serán muchos los que verán en ellos a los dos tipos que vendieron un país a los intereses partidistas de la oposición.