
En mi familia somos, desde hace casi un mes, uno más. Las paredes de mi casa encierran más esperanza, más miedo, más amor, más temor ante el futuro. Espera un vacío y un camino de baldosas amarillas que hay que cruzar con precaución. Esperan tropezones, caídas y levantarse de nuevo. Mirar hacia adelante, añorar mirando hacia atrás y construir una vida ladrillo a ladrillo. Nosotros seremos la argamasa, pero solamente él será el albañil de su vida. El arquitecto de su porvenir. Desde hace casi un mes existe un motivo más por el que no dejar de luchar cada mañana. Hay días en los que cuesta levantarse, pero son muchos más los que se siente satisfacción al acostarse.
Bienvenido al mundo. No sueltes mi mano.