martes, 24 de mayo de 2011

En el fin del mundo

Los días en el fin del mundo son especialmente bonitos; amanece con magia, el viento sopla con fuerza, el mar se crispa en pinceladas de blanco y azul, el cielo, cuando brilla, lo hace con fuerza y en cada anochecer hay un recuerdo flotando en una atmósfera de nostalgia. Los días en el fin del mundo son especialmente bonitos si se viven en familia, abrazado por las noches y madrugando en busca de la sonrisa de un niño, buscando un gesto de agradecimiento, encontrando un balbuceo, buceando por un beso y descubriendo un tesoro entre juegos. Los días en el fin del mundo son especialmente bonitos cuando el paladar disfruta el placer de la naturaleza marina, cuando el tacto recorre el paisaje con el vello de punta, cuando el oído redescubre sintonías de infancia, cuando en la nariz se posan los aromas del mar, cuando la vista no puede abarcar tanta belleza. En definitiva, los días de vacaciones, en el fin o en el principio del mundo, son especialmente bonitos.

1 comentario:

sagra dijo...

Que bien escribes coño, que capacidad de resumir con palabras bonitas todas nuestras felicisimas vacaciones.
Me encantas, que le voy a hacer