lunes, 30 de julio de 2012

Cuestión de educación

A nuestros hijos le enseñamos a insultar al árbitro de turno, a acelerar el coche cuando el vehículo de la derecha nos indica con el intermitente que se quiere incorporar, a tirar las servilletas al suelo cuando estamos en un bar, a no dar las gracias cuando te sirven un aperitivo con la consumición, a no cederle el asiento a la mujer embarazada en el metro, a no sostener la puerta abierta cuando alguien sale detrás de tí, a adelantar por la derecha cuando el carril izquierdo está colapsado, a dejar en el banco los restos del botellón, a no decir "por favor" cuando queremos solicitar algo, a no escuchar al ajeno cuando también tienen algo que contar. De esta manera puede ocurrir que cualquier día, alguno de nuestros hijos se encienda un cigarro en el coche y tire la colilla encendida por la ventanilla. Puede ocurrir que ese día ardan miles de hectáreas de bosque y nos echemos la mano a la cabeza. Y justo ese día es cuando deberíamos ser conscientes de todo lo que hemos hecho mal. Pero no para lamentarnos, sino para evitar que el error vuelva a repetirse. En realidad, todo es cuestión de educación.