
Cuando uno ve a una novia caminar hacia el altar mojada en lágrimas, es cuando es consciente de la importancia que tiene el día para ella. La transcendencia la marca el momento y el momento es el que suele tacharse en el calendario. Cita obligatoria, ruegos incontenidos. El enlace matrimonial se fue convirtiendo en el desenlace de un cuento de hadas. El sí quiero bajo la sombra de un árbol centenario, los columpios aún resistiendo a la inercia con un breve balanceo, el viva los novios de un niño pequeño y el beso final entre aplausos de reconocimiento.
El agradecimiento de cada persona se representa con un gesto, un beso o una sonrisa cómplice. El día que mi hermano pequeño se casó con Marta, vi miles de conatos de agradecimiento y comprendí que quien entrega todo lo que tiene suele recibir a cambio todo lo que le pueden dar. Ellos se empeñaron en convertir el día en inolvidable y el día se convirtió en el más feliz de sus vidas. Yo, que tuve mi pequeña representación en forma de palabra y me uní a la fiesta con el entusiasmo de un niño pequeño, solo puedo resumir el día en una palabra: Bodón.
Sed muy felices, chicos.
1 comentario:
Lo hemos visto tarde pero nos ha encantado. Mil gracias!!!!!! Precioso.
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