lunes, 3 de diciembre de 2018

Martina Navratilova




El talento es una virtud inherente al ser humano. Todos lo tenemos de alguna u otra manera. El talento, unido al físico, es, para el deporte, una mezcla explosiva. Todo punto de fusión provoca un estallido de algarabía. Cuando Martina Navratilova apareció en escena, el tenis era propiedad privada de las niñas buenas. Chris Evert y Margaret Court se habían repartido los trozos del pastel, pero entonces llegó la revolución. Una niña checa, miope y talentosa que vivía dentro de un armario y le pegaba a la pelota con el alma para ser capaz de vencer a sus frustraciones. La historia no volvió a ser la misma.

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