martes, 5 de mayo de 2020

Primavera

La primavera es sol, polen, alergia y hoy, extrañamente, una libertad con la que no sabemos qué hacer. Porque esta primavera ha estado precedida de la muerte, del miedo, del desastre. Unos políticos erraron en su pronóstico, otros erraron en su oposición y los pocos aciertos quedaron ocultos por el ruido y olvidados por el sinsentido.

Hemos vuelvo a salir pero ahora tenemos miedo a mirarnos a los ojos, tenemos miedo a acercarnos más de un metro, nuestra frontera es una mascarilla y nuestro límite es un kilómetro. Nos va a costar acostumbrarnos a la nueva realidad y nos va a costar volver a ser nosotros mismos porque ahora convivimos con alguien que, aunque invisible a la vista, se hace visible en la conquista. Es la primavera del miedo, la de la nueva normalidad.

Una nueva normalidad sin besos, sin abrazos, con una vida social limitada y con miles de sueños rotos. Ir recomponiendo los pedazos, pegándolos y volviendo a formar las ilusiones será una tarea ardua pero absolutamente personal. Más allá de que dependamos de las decisiones de otros, nos tocará a nosotros saber que hacemos con nuestro propio miedo y saber, sobre todo, que hacemos, o no, con nuestras propias necesidades.

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