lunes, 18 de enero de 2021

Hartazgo

Todas las desavenencias de la vida están sujetas a contraindicaciones, todas las lágrimas, los bostezos,

los deseos pendientes y hasta los aún no conocemos, están guardados en un compartimento estanco dentro de nuestra cabeza que, por hartazgo, está a punto de estallar. Porque somos una generación que hemos tenido todo al alcance de la mano y no se nos ha negado ni un solo sueño. Nacimos en transición, crecimos en libertad y nos consolidamos en una democracia que creíamos sana y fuerte, por ello tuvimos todas las oportunidades del mundo y aquellas guerras y hambrunas del pasado no eran más que viñetas en los libros de historia y cuentos de noche lluviosa salidos de la garganta ajada de nuestros abuelos.

Es por eso que hoy nos sentimos prisioneros de un momento histórico que nunca pensamos que podía llegar, porque la nuestra fue una generación de pantalón vaquero y camiseta ceñida, porque nosotros pudimos dar besos tras las esquinas, acurrucarnos en cualquier banco y beber cerveza sin moderación. Porque nuestra paga fue para nuestros caprichos y nosotros mismos creímos haber dibujado nuestro camino mientras tachábamos en una libreta nuestras particulares tareas pendientes. Muchas siguen tachadas pero otras han quedado al descubierto y, mientras miramos al horizonte, comprobamos que muchas de esas promesas caerán en el vacío porque nos hemos inoculado el virus del egoísmo y la ignorancia. Porque hemos preferido cerrar los ojos y dejar que todo esto pase cuanto antes cuando los sueños, los malos y los buenos, siempre terminan con un ojo despierto pero con la sensación de que tu vida ha sido capaz de dar un vuelco que nunca esperabas.

Y ahí siguen, mientras tanto, los viajes a EuroDisney, las excursiones a la sierra, las cenas en ese restaurante que te recomendaron o aquella obra de teatro ya fuera de cartel. Mientras el mundo siga detenido, el gobierna siga manteniendo medidas de pacotilla y los irresponsables sigan campando a sus anchas sin multa que les haga doler el bolsillo, nuestro hartazgo irá creciendo de manera proporcional a lo que lo hacen nuestras expectativas, porque cuanto más tiempo pasemos en casa más enferma se volverá nuestra cabeza.

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