viernes, 17 de diciembre de 2021

Responsabilidad individual

Existe un punto de temeridad en el discurso, o en el silencio, de nuestros representantes. Por un lado, no dejan de promulgar la necesidad de ser libres y disfrutar las fiestas mientras que por otro, con el mazo escondido, nos hablan de precauciones y necesidades. Ante el desarrollo de la sexta ola, no toman medidas y nosotros, que si no nos ponen el cartel de prohibido, nos creemos que todo el monte es orégano, nos lanzamos a las calles para disfrutar sin pararnos a pensar que las consecuencias, de una u otra manera, pueden ser un tanto peligrosas.

Lo cierto es que, mientras que la presión hospitalaria no vaya en aumento, no van a tomar medidas, porque antes que a la crisis sanitaria le tienen mucho más miedo a la crisis económica y los mensajes de miedo no ayudan en este sentido. Y mientras no se tomen medidas vamos a seguir haciendo nuestras vidas por más que el virus circule, mute y nos siga contagiando. Por ello, ante la inacción gubernamental, sólo cabe una medida de reacción; la responsabilidad individual.

Y digo esto, claro está, con mis huevos gordos después de haber estado ayer de comida con los compañeros y después de estar planificando un fin de semana con actividades fuera de casa. Y es que mi responsabilidad, como todas, pasa por un dato que todo el mundo está obviando a la hora de hacer una análisis comparativo de estas pre navidades respecto a las del año pasado, y es que mientras que en diciembre de 2020 había la escalofriante cifra de cero personas vacunadas, este diciembre hay treinta y ocho millones. Una cifra que sí deberíamos tener en cuenta porque la gran mayoría de contagiados no está sufriendo las penurias y desgracias que sufrieron los contagiados de la primera ola.

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