miércoles, 13 de marzo de 2024

Mark Spitz

 

Las letras mayúsculas, en el deporte, se escriben en acontecimientos de gran expectación. Puedes ganar un mundial regateando a once ingleses, puedes ganar seis veces la NBA siendo el mejor durante todos los partidos o puedes ganar el Grand Slam con un juego tan perfecto que hasta los incrédulos terminan con la boca descubierta. Pero si hay un acontecimiento ideado para que los reyes se conviertan en dioses este son los Juegos Olímpicos. En Munich, Mark Spitz no sólo confirmó lo que había prometido en México sino que fue tan rápido y tan perfecto que se colgó tantos oros como carreras disputó. Durante muchos años fue el líder supremo en la religión del agua, hasta que un tal Michael Phelps, con su insolencia, se atrevió a romper la historia aunque jamás pudiese hacer daño a la leyenda, porque donde hay un pionero, la gesta vale por dos, primero por abrir una brecha y segundo por hacer saber que el ser humano puede no tener límites.

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