miércoles, 26 de marzo de 2025

7291

Las lágrimas de mi mujer al llegar a casa cada mañana después de una noche de infierno acumulando cadáveres en la morgue sin que un alma se apiadara de aquellos ancianos que morían sin un mínimo de atención médica quedarán siempre grabadas en mi memoria igual que quedarán grabadas en su currículum la agonía de aquellos 7.291 ancianos que murieron sin asistencia médica, señora presidenta.

Seguimos con las mismas mierdas, sí, y no las vamos a olvidar. Y no, no se iban a morir igual.

martes, 11 de marzo de 2025

Jose

Dicen que sólo existe una oportunidad para crear una buena primera impresión, el problema es elevar esa impresión a categoría de dogma. La primera vez que vi a Jose no me dio una impresión exageradamente positiva. Recuerdo que fuimos a casa de Alberto a echar nuestra dominical partida de rol y allí estaba él, serio como solía, seco en las respuesta y vehemente en sus argumentos. Menudo tío, pensé.

Menudo tío era, joder. Detrás de esa seriedad y esa vehemencia se escondía un tipo con un corazón tan grande como su querido Bernabéu. Y es que Jose defendía a los suyos, pero no te dejaba opinar sobre injusticias. Me refiero al fútbol, claro, porque él había sido árbitro y lo más común era verle arbitrar los partidos cuando los compartías con él en el televisor.

Siempre atento y cariñoso, te ofrecía un abrazo sincero y una sonrisa cómplice cada vez que le encontraba en compañía de mis padres, generalmente en el pueblo, a donde solía acudir con frecuencia para probar las mejores migas y las mejores berenjenas que se había comido en su vida. Le gustaba hablar de sus amigos Pepa y Pablo y mis padres sienten hoy un vacío que ya no sabrán ocupar con otro recurso que no sea el recuerdo, porque en su compañía han vivido muchos momentos y han generado muchas anécdotas.

El padre de Alberto, el marido de Choni, terminó siendo Jose, un tipo afable, socarrón y generoso. Se marchó antes de tiempo, pero siempre por la puerta grande como los tipos que saben estar en las mejores faenas. Quizá, aquella, no fue su mejor primera impresión, pero estoy seguro de que se fue sabiendo que nos ha dejado a todos una huella que nunca podremos borrar.

miércoles, 5 de febrero de 2025

Marcharse a la francesa

En la alta sociedad francesa del siglo XVIII, las fiestas entre nobles se convirtieron en todo un acontecimiento social. Tal era la reputación y el empeño puesto en la preparación de las mismas que, llegado el momento, todo el mundo tenía la obligación de sentirse a gusto en las mismas. Por ello, cuando uno de los invitados sentía la tentación o necesidad de marcharse, lo hacía sin despedirse, puesto que aquello era interpretado por los anfitriones como una falta de respeto ya que podía considerarse que la persona se marchaba porque consideraba que la fiesta no estaba a la altura, lo que se consideraba una ofensa para el organizador.

De esta manera, se convirtió en costumbre el marcharse sin despedirse para todo aquel que no quisisese aguantar hasta el final de la fiesta. Para tratar de no ofender, se escabullía como podía y su marcha pasaba desapercibida. Fue así que aquella forma de despedirse pasó a conocerse como "sans adeu". Sin adiós.

De esta forma, esta manera de marcharse sin decir adiós pasó a ser conocida como "marcharse a la francesa", y lo que en un principio era considerado como un símbolo de buena educación, paso a convertirse en todo lo contrario. Si hoy en día alguien se marcha a la francesa, es decir, sin despedirse, pasa a ser considerado como un maleducado.

viernes, 17 de enero de 2025

Competencias

Los artículos 148 y 149 de la Constitución Española, esa biblia a la que tanto se aferran los patriotas cuando alguien quiere remover su statu quo, delimita las competencias de cuya exclusividad se encargará el estado y las cuales son de gestión expresa por parte de las Comunidades Autónomas. Sólo en casos de extrema urgencia o gravedad (véase la crisis del COVID-19), el gobierno puede declarar, con la propia Constitución delante, los diversos estados de alarma, de excepción o incluso de sitio.

Estos estados son la maniobra legal con la que cuenta el gobierno para coger el toro por los cuernos y no dejar un problema global en manos de diecisiete gobiernos diferentes. De esta manera, cuando la vida transcurre en la normalidad de nuestro día a día, las Comunidades Autónomas tienen competencia en materias tan trascendentales como la Sanidad, la Educación o las Emergencias.

Venga esta última competencia a colación para analizar lo ocurrido en Valencia durante la crisis ocasionada por la terrible DANA que asoló parte de la provincia. Un gobierno valiente, sin medias, tintas, hubiese aplicado un estado de alarma excepcional y hubiese terminado con las suspicacias y los maledicencias. Está claro que, mediáticamente, echarle todo el muerto al Estado vende mucho porque todos sabemos que la izquierda podrá tener el gobierno pero nunca tendrá el poder y que la derecha suele vivir tanto en la desvergüenza como lo hace la izquierda en la cobardía.

Todas las competencias, tanto las preliminares que podrían haber salvado vidas, como las de auxilio, corrían a cargo de la Comunidad Valenciana. Así lo marca la ley, esa Constitución tan sagrada para asuntos territoriales pero tan vilipendiada para los asuntos sociales, y así lo hizo saber el gobierno. Ese manido y falso "si quieren ayuda que la pidan" no fue sino una retórica obligada por las circunstancias. Si hubiese aplicado el estado de alarma no habría habido ayuda que pedir ni vergüenza que regalar.

Mazón se comportó como un inútil y su partido, una vez más, como un canalla. Porque aquí todo vale para descargar las vergüenzas propias contra la cara del rival, y si se tiene el apoyo mediático y la voz ignorante de un pueblo dormido, todo es mucho más cómodo. El caso es que cientos de valencianos murieron y hay miles que siguen esperando una mano en el hombro que nunca les llegará porque lo que a unos les falta de valor, a los otros les falta de vergüenza.