
Llegó la hora de hacer un equipo de fútbol para participar en las ligas de Getafe y el recurso fácil fue aplaudido por todos. Había nacido el Mocho Team Fútbol Sala. El a posteriori, simplemente, Mocho Team, fue creciendo como grupo y como manojo de anécdotas. La juventud nos pilló por sorpresa y pasamos a la madurez juntos hasta que cada uno inició su camino y terminamos por separarnos. Todas las historias bonitas tienen un triste final y, aunque la mayoría de nosotros nos seguimos viendo en bodas y otras fiestas de guardar, la simbiosis que formamos durante todos los sábados de aquellos cinco o seis años no se volvió a repetir. Por ello, los reencuentros saben a lágrima y sonrisa cuando son tan deseados. El pasado viernes, ocho de nosotros volvimos a reunirnos bajo un barril de cerveza para rememorar viejos tiempos. Han pasado años y hemos ganado kilos. La economía ya nos da para cubatas y el mocho del señor Luis es un bonito recuerdo y una excusa perfecta para volver a iniciar una historia. Puede ser el principio de un triste final o el principio de una bonita historia. En nosotros está el volver, o no, a reescribirla.