
El problema de no tener la capacidad congnoscitiva de controlar el peligro es tener la sensación de que todo puede escapar de tus manos. Ves a una persona morirse apenas a unos kilómetros de ti y no eres capaz de precedir si su fatal destino es el final o simplemente el principio de una devastación. Y es entonces donde visualizas tu debilidad, donde pronosticas tu posible escapatoria y donde te das cuenta de que solamente puedes salvarte si la fatalidad pasa de largo cuando camine cerca de tu casa.
Reconozcámonos como egoístas. Una enfermedad contagiosa se expanden a miles de kilómetros de nuestra casa y seguimos planeando el futuro a corto plazo mientras masticamos, ajenos a la realidad, desde el sofá de casa. Pero cuando el virus viaja tanto como para acomodarse a pocos kilómetros de nuestro domicilio es cuando comienzan las dudas, comienzan los planteamientos y comienza a notarse el miedo. Ni Teresa, ni los que ahora la cuidan, habrán sido capaces de controlar el virus porque todos estamos expuestos a una decision ajena y a un error propio. Es la naturaleza del ser humano. Y cuando entramos en pánicos nos quedan dos opciones: escapar o esperar que la fatalidad pase de largo cuando camine cerca de tu casa.