miércoles, 15 de octubre de 2014

Miedo

Vivir con miedo es normal en cuanto no eres tú quien controla una situación. Cuando eres capaz de medir el riesgo y tomar una precaución, puedes caminar tranquilo por la vida, pues de lo contrario, te convertirías en un temerario. En tal caso, el miedo sería un problema secundario para tí.

El problema de no tener la capacidad congnoscitiva de controlar el peligro es tener la sensación de que todo puede escapar de tus manos. Ves a una persona morirse apenas a unos kilómetros de ti y no eres capaz de precedir si su fatal destino es el final o simplemente el principio de una devastación. Y es entonces donde visualizas tu debilidad, donde pronosticas tu posible escapatoria y donde te das cuenta de que solamente puedes salvarte si la fatalidad pasa de largo cuando camine cerca de tu casa.

Reconozcámonos como egoístas. Una enfermedad contagiosa se expanden a miles de kilómetros de nuestra casa y seguimos planeando el futuro a corto plazo mientras masticamos, ajenos a la realidad, desde el sofá de casa. Pero cuando el virus viaja tanto como para acomodarse a pocos kilómetros de nuestro domicilio es cuando comienzan las dudas, comienzan los planteamientos y comienza a notarse el miedo. Ni Teresa, ni los que ahora la cuidan, habrán sido capaces de controlar el virus porque todos estamos expuestos a una decision ajena y a un error propio. Es la naturaleza del ser humano. Y cuando entramos en pánicos nos quedan dos opciones: escapar o esperar que la fatalidad pase de largo cuando camine cerca de tu casa.

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