martes, 17 de abril de 2018

Blas de Lezo

A menudo nos gusta echar mano de los grandes héroes del pasado. Toda patria tiene un símbolo, todo
país tiene su propio fetiche. Con esta manía tan nuestra de despreciar lo patrio o de ensalzar las glosas por encima del orgullo, hemos dejado que personajes ilustres se hayan ido marchando por el desfiladero del olvido.

A Blas de Lezo le llamaban "medio hombre". A los veintiséis años ya había perdido una pierna, un brazo y un ojo. Cojo, manco y tuerto como era fue capaz de rendir cientos de navíos y de defender varios sitios ante el acoso de flotas rivales mucho más numerosas. Se le recuerda especialmente por defender Cartagena de Indias al mando de dos millares de soldados contra treinta y nueve mil unidades inglesas. El arrogante Vernon, almirante inglés que dirigió el sitio, había acuñado monedas conmemorativas con su victoria y hubo de guardárselas a buen recaudo.

El valor, el arrojo y el servicio a su país no le valió a Lezo el reconocimiento merecido. A día de hoy, mientras los libros de historia cuentan la vida de reyes serviles y validos ávaros, han olvidado la verdadera historia de los tipos que mantuvieron a España, durante siglos, en lo más alto del poder. Sea por complejo, sea por precaución, hemos preferido pasar por alto sus vidas antes que homenajear sus gestas.

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