lunes, 23 de abril de 2018

Maldad y ambición

El ser humano es un compedio de maldad y ambición a partes iguales. En algunas ocasiones, cuando la ambición se reduce a la banalidad, a la simple felicidad personal o al objetivo de felicidad ajena, es cuando la maldad deja de emponzoñar el corazón y dejamos a un lado esa parcela de envidia que a todos nos conduce al odio.

El problema de la maldad es que, cuando se extralimita, se convierte en un relato de miedo. De personas malas está lleno el mundo porque cualquier conjunción precisa de una contrapartida que conduzca al raciocinio. Qué lleva a una persona adulta a dañar a un inocente niño es una de esas preguntas que la gente sensata nos realizamos de vez en cuando. Cuando falta la empatía es cuando la maldad y la ambición nos conducen al lado oscuro.

Yo no soy como soy, dirán algunos, soy como me han hecho. Esta sociedad que tanto amamos a veces da tanto asco que dan ganas de bajarse en marcha. Que no me esperen en la próxima estación.

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