martes, 3 de septiembre de 2019

La ecuación

Es imposible no sentir asco, más aún que lástima, por la situación política de España. El sentido de estado se ha perdido mientras los responsables políticos se han dedicado a mercadear con el poder y se han dedicado, sobre todo, a vender su dignidad por un puñado de euros.

Que la izquierda esté despreciando su oportunidad para gobernar produce una vergüenza ajena de tal dimensión que dan ganas de no volver a las urnas ¿El problema? Que la abstención masiva favorecería a la derecha y ya sabemos como las gastan los políticos de derecha cuando se dedican a mirar hacia arriba para comprobar la altura desde la que pueden escupir a los de abajo.

Porque ellos no van a tener remilgos a la hora de pactar, no van a tener problemas en repartirse los ministerios, no van a ver impedimento alguno a la hora de repartirse las competencias. Porque los intereses espúreos terminan siendo los mismos, los mismos que, en el fondo, tiene el PSOE por más de izquierdas que se considere. Se trata de contentar a los poderes fácticos, de no tocarles las narices y de esperar a que el futuro tenga un camino de puertas giratorias.

Y Podemos no entra en esa ecuación. Eso lo sabe hasta el tato.

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