martes, 17 de diciembre de 2019

Madurar

Hay miles de frases en el universo de Internet, muchas de ellas sacadas de un catálogo de Mr. Wonderful de mercadillo, en las que te explican qué significa madurar. La primera realidad de madurar es que es hacerse viejo y eso es algo que nos cuesta más asimilar. Queremos creer que por ser más maduros estamos más preparados para afrontar la vida y más prevenidos ante las sorpresas, pero ambas, la vida y las sorpresas suelen ir siempre de la mano y lo único que nos ocurre es que no queremos salir de nuestra zona de confort y asimilar que estamos disponibles, como víctimas, para cualquier acontecimiento en forma de tropiezo vital.

Nadie va a vivir para siempre, ni nosotros mismos, por supuesto, pero tampoco todos aquellos que nos rodean. Nuestro único precepto vital, el de la supervivencia extrema, nos invita a vivir en calma y pensar que serán nuestros hijos quienes nos sobrevivan y seremos nosotros quienes sobrevivamos a los que nos precedieron. Pero ni para eso estamos preparados. Ni para el dolor, ni para el agotamiento, ni para la pérdida de agilidad. El tiempo es un juez circunstancial que solamente nos dicta consecuencias, nuestra manera de seguir viviendo es saber como manejar cada una de las sentencias.

Es por ello que vivimos ajenos al futuro y muy apegados al presente. Nuestra mayor preocupación se centra en qué vamos a cenar esta noche y a dónde nos iremos de vacaciones. Porque eso es lo que nos hace seres concitadores; vamos de la mano con nuestras pequeñas rutinas y nos alejamos del abismo que nos espera, porque siempre creemos que tendremos un paracaídas que nos amortigüe la salida. Si algo hace del ser humano una especie ligada a la felicidad, o la búsqueda constante de esta, es su honesta e inconsciente necesidad de vivir alejada de las preocupaciones. Por ello, cuando vas cumpliendo años crees que estás madurando cuando la verdadera putada es que estás envejeciendo.

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