
Hemos vivido tan deprisa que, durante tiempo, hemos seguido creyendo que éramos el niño que fuimos y no el adulto que somos, que los chicos que corren a tu alrededor son tus hijos, que la persona que aguanta tus frustraciones es tu compañera de vida, que todo lo que dejaste atrás son miedos y que lo que queda delante no son todo certezas sino recuerdos, ciertas ilusiones y todos los arrepentimientos que forjaron nuestra personalidad. De repente nos quedamos solos y, de repente, empezamos a conocernos.
Porque cuando creíamos tenerlo todo nos damos cuenta que no tenemos nada, porque donde no hay nada vuelve a haber un principio, porque todo principio da miedo y porque todo miedo está fundado en la incertidumbre. Lo desconocido nos aterroriza, nos aplana, nos pone contra la pared y cuando reflexionamos sobre lo que podemos llegar a ser preferimos cerrar los ojos y seguir soñando, porque la realidad, siempre, es mucho más dura que la ficción.
Porque cuando creíamos tenerlo todo nos damos cuenta que no tenemos nada, porque donde no hay nada vuelve a haber un principio, porque todo principio da miedo y porque todo miedo está fundado en la incertidumbre. Lo desconocido nos aterroriza, nos aplana, nos pone contra la pared y cuando reflexionamos sobre lo que podemos llegar a ser preferimos cerrar los ojos y seguir soñando, porque la realidad, siempre, es mucho más dura que la ficción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario