viernes, 2 de septiembre de 2022

Cómo caza la perrita

"No me gusta como caza la perrita" es una frase recurrente de mi padre cuando se huele una tostada, anticipa un desastre o ve venir algo que no es conveniente. Analiza la situación, escruta las miradas, agudiza el oído y guarda silencio. "Malo mula", dice entonces y el jugador de al lado canta las cuarenta, llega un gol del Madrid, dimite un ministro, el mundo entra en crisis o una tormenta se lleva por delante la cosecha de todo un año.

Durante meses nos llevan taladrando con funestas predicciones respecto al próximo invierno. Nos dijeron que disfrutásemos del verano porque, probablemente, no habría otro igual en mucho tiempo y nos instaron a guardar la ropa y dejar de nadar. Nos hablan de restricciones de energía, de huracanes, de guerra, de mercados insostenibles, y nosotros les miramos a los ojos para comprobar su falsa tristeza y rascar, tras su rictus, qué hay detrás de aquel "el que avisa no es traidor".

Está claro que siempre que el río suena es porque va cargado de agua y que nos vamos a mojar todo en cuanto los que manejan la burocracia y la tecnocracia nos empiecen a salpicar con sus cuitas y sus juegos de naipes. Entonces alguien cantará las cuarenta, se dinamitará el gobierno, España caerá antes que nadie y las tormentas nos arruinarán las cosechas. Y, para colmo, el Madrid seguirá marcando goles.

No me gusta como caza la perrita.

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