jueves, 25 de enero de 2024
Urgencias
miércoles, 17 de enero de 2024
El misterio de la cripta embrujada
Otro de los libros que nos mandaron leer en el colegio fue "El misterio de la cripta embrujada" de Eduardo Mendoza. Solamente leer el título ya llamaba la atención. La historia, trufada de varios personajes, cuenta la investigación de un inspector de policía sobre la desaparición de un niño. Para ello contará con la ayuda de un ex convicto y la hermana de este. Una aventura por la Barcelona de mitad del siglo XX que nos enganchó a todos gracias a sus giros y sus intrahistorias. Una buena primera novela para iniciarse en el hábito de la lectura.
miércoles, 10 de enero de 2024
El precio
martes, 9 de enero de 2024
La fragilidad de la vida
Nuestro inconformismo nos hace situarnos siempre del lado del qué será, porque cuando lo tenemos todo no somos conscientes y cuando no tenemos nada gustamos de regodearnos en la miseria, pero la realidad, más cruda que torpe, nos habla con frases tan costumbristas que a menudo decidimos hacer oídos sordos y seguir imaginando imposibles con tal de no afrontar el futuro con sencillez. Lo importante es tener salud, nos dicen y es tan elocuente y tan de perogrullo que tratamos de sonreir mientras pasamos palabra y seguimos en el camino por inercia. Muchas veces sin tener claro hacia donde vamos.
La muerte nos ha vuelto a poner de cara a la realidad. Una ausencia en un grupo de primos es un latigazo en el alma y un zarpazo a los sueños de realidad. La prima Gema se marchó rápido, tan rápido que apenas hemos sido capaces de digerirlo. Ya no estará más en los saludos mañaneros, ni en las felicitaciones anuales, ni en los chascarrillos espontáneos. Al final dejamos los planes a un lado y nos acomodamos a situaciones cotidianas; sacar el móvil y pulsar la pantalla. Ya no habrá más emoticonos y sin embargo, los que seguimos aquí, nos quedamos con una triste sensación de oportunidad perdida. Tanto tiempo para poder vernos que al final la vida se nos pasó haciendo un plan en el que no creímos. Y al final nos terminamos viendo enjuagando una lágrima y musitando una promesa. Otra vez será. Quizá. Pero cuando sea, por nuestra dejadez y nuestra manera de vivir de espaldas, será con una menos.
Descansa en paz, prima.
martes, 2 de enero de 2024
Magnus Wislander
miércoles, 25 de octubre de 2023
Cómplices de la masacre
jueves, 31 de agosto de 2023
El verano
domingo, 30 de julio de 2023
Hacerse el sueco
Durante la antigua Grecia, y posteriormente en Roma, el teatro se convirtió en uno de los entretenimientos preferidos de la clase alta. En un recinto debidamente confeccionado para la ocasión, los actores saltaban a un escenario desde el que nacían varias filas de gradas, para recitar una obra aprendida de memoria y con el fin de satisfacer el deseo de goce de los asistentes.Para ganar altura en las tablas, junto a los hombres que solían ser más altos, las mujeres comenzaron a calzar un zapato de madera que pasó a llamarse soccus (más adelante, lo conocimos como zueco). Aquel calzado, aparte de distinguir a las mujeres en el escenario, fue utilizado por los hombres cuando estos escenificaban una comedia, pues este calzado les convertían en más vulnerables visualmente, a la vez que toscos y torpes.
Semejante manera de actuar de los comediantes, calzado con aquellos aparatosos zuecos, caló entre el populacho y fue por ello que cada vez que alguien no quería enterarse de algo o se hacía el desentendido, se decía que actuaba como un actor con sus soccus, de manera torpe, mostrándose como poco inteligente, por lo que se comenzó a llamar a esas personas como soccus primero, zueco más tarde y sueco de manera definitiva.
De esta forma, cada vez que alguien hace como que no se entera de algo o quiere hacer ver que aquello no va con él, decimos que se está haciendo el sueco. No le interesa meterse en ese charco; prefiere hacerse el tonto y el torpe y que venga otro detrás, con menos comedia, a resolver el problema.