
Nada más lejos de la realidad. Ha sido sacar el coche del garaje esta mañana y ver un cordón policial rodeando el supermercado Spar de chinos que hay justo al lado del portal de entrada, justo en la esquina de la calle opuesta a la que da la ventana de mi habitación. Mis peores presagios se han confirmado cuando he visto un Opel Astra empotrado, de culo, contra la puerta de entrada del supermercado. Se habían llevado por delante las dos barras verticales de acero que había selladas al suelo, el cierre metálico y la luna. Muy fuerte.
Como le decía yo a mi compañero Quintana cuando trabajábamos juntos: "Amigo mío, estamos rodeados". (De hijos de puta, le quería decir).