Generalmente, tendemos al egoismo antes que al altruísmo. Cuando se presenta un problema, miramos prime
ro las consecuencias hacia nuestra persona y, en un lugar secundario, dejamos a un lado al ajeno con las suyas. Pero existen ocasiones en las que, la suerte propia se adhiere a la ajena y dejamos de pensar exclusivamente en nuestro ombligo. Son esos días en los que esperas noticias de un ser al que aprecias y te dicen "todo bien". Entonces tus problemas pasan a un segundo plano y lo celebras con una sonrisa. Para volver a quejarnos tenemos todo el tiempo del mundo.
