martes, 5 de abril de 2011

Instintos primarios

Parece mentira como podemos hacer un mundo de un pequeño problema. Basta con pinchar una rueda a las tantas de la tarde y a sesenta kilómetros de tu casa cuando tienes el tiempo justo para ir a hacer el relevo a tu mujer y quedarte al lado de tu hijo, para que salten todas las alarmas cerebrales, dejar efervescer a los instintos y poner el grito en el cielo. Los problemas, generalmente, tienen solución. Bastó una llamada al seguro, una grúa, un cambio y una mañana perdida de trabajo para arreglar la rueda pinchada. Y el niño, mientras tanto, durmiendo como un bendito en casa ajena. Siempre hay alguien dispuesto a echarte una mano, siempre hay un resquicio donde encontrar una solución. Lo peor de todo es que sé que la próxima vez que me ocurra algo parecido volveré a perder los nervios. Las personas pueden cambiar, pero los instintos primarios siguen siendo incontrolables.

3 comentarios:

Pablo Malagón dijo...

Instintos primarios que me como yo con patatas, tú luego duermes, yo estoy encabroná 10 horas.
Besos

sagra dijo...

Soy yo,no tú

lili dijo...

Tienes toda la razon, por mucho que se pueda cambiar, los instintos primarios siguen ahí. Lo importante es que todo pasó y se solucionó!y siempre hay gente para echar una mano, eso no lo dudeis.