martes, 26 de abril de 2011

Por dignidad

La dignidad, ese bien humano que a menudo pugna contra el orgullo, es un adjetivo indiferente a la clase política. A menudo, hemos visto casos de orgullo mayor donde la mentira se coloca por encima del bien común con tal fin de aferrarse al poder y así seguir perdiendo un poquito más la poca dignidad que queda. No hay políticos dignos, no hay función de servicio a la ciudadanía. Todo lo contrario.

Muy claro debe tener el vicepresidente Chaves que su hijo no ha cobrado comisiones para tener que estar espantando golpes día sí, día también. Le siguen sacando pruebas, le siguen inmiscuyendo en una trama de EREs que supone un precendete (uno más) vergonzoso para nuestra democracia y él sigue aguantando los golpes como un mal boxeador. Más allá de las verdades y más allá de la mentiras, tras la primera acusación debería haber tomado medidas. O me quedo y voy con todo o me voy y conservo mi dignidad. Ni una cosa ni la otra. Un mal ejemplo más de nuestra clase política.

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