
Me había costado demasiado perder nueve kilos como para no castigarme moralmente por la pérdida de conciencia. El sufrimiento no debe dejarse en el cajón del olvido pues, de lo contrario, terminaremos por retomar el camino equivocado. En un descuido imperdonable y mezclando vacaciones con el "no pasa nada", he cogido cuatro kilos en lo que ha tardado en cantar un gallo. Para los que necesitamos llorar como condición para alcanzar la meta, no debemos olvidar que todo fin requiere un sacrificio. Si lo vuelvo a olvidar volveré a mirarme al espejo con el desprecio de quien sabe que a más kilos, menos salud. Toca volver a empezar.
2 comentarios:
Pronto los volverás a perder de vista, no te desanimes! tienes una fuerza de voluntad grande, así que otra vez te pones las pilas y adios Kilos!!!!
Pero si estás seco hijo mio, que quieres más!
Publicar un comentario